Los descendientes de desaparecidos durante la Guerra Civil y la represión franquista recibieron con satisfacción el acuerdo entre el Govern y Memoria de Mallorca. "Es una cuestión de justicia y dignidad que sólo puedo recibir con alegría, aunque también con cierta tristeza porque los que tendrían que verlo, mi madre y mi tía, ya no lo verán", afirmó ayer Guillem Mir cuyo abuelo, Juan Cañellas, fue una de estas víctimas, al igual que su tío abuelo. "Mi madre tenía dos años cuando fueron a buscar a su padre, que estaba escondido en casa, en Esporles, y que ella no veía hacía tiempo. Era una niña y al verlo lo llamó. Así lo encontraron". Ahora, tanto a ella como a su tía les han detectado demencia senil. "Para ellas ya llega tarde", afirma. María Cunill tiene 73 años y aún no había nacido cuando a su padre, Juan Cunill, de Santa María del Camí, lo fusilaron en 1936 en Cádiz, donde tenía una panadería. Ella aún no sabe donde estan sus restos, pero no pierde la esperanza y recibió "con enorme alegría" el acuerdo con el Govern en Mallorca. "Hace diez años yo no podía hablar de lo que pasó, pero ahora tengo una gran fuerza gracias a las excelentes personas de Memoria de Mallorca".