Será una zona vedada para los pacientes y usuarios del nuevo hospital de referencia, pero allí funcionará todo la maquinaria para que las habitaciones estén calientes en invierno y acondicionadas en verano, el agua caliente sanitaria fluya por todos los grifos y las comidas lleguen en su punto a su cita con los enfermos ingresados.

En su enésima visita al hospital de Son Espases, el president Antich, acompañado por el conseller de Salud, Vicenç Thomàs, y toda el equipo directivo de este departamento, recorrió ayer las instalaciones bastardas del nuevo centro sanitario.

Y es que, según publicita la conselleria de Salud, el esfuerzo por conseguir un edificio sostenible y energéticamente respetuoso con el medio ambiente se traducirá en unos considerables ahorros.

El president Antich, bien aprendida la lección, pregonó que, atendiendo al compromiso de su Ejecutivo en la lucha contra el cambio climático, se ha apostado en esta nueva infraestructura por la energía solar térmica y fotovoltaica, la cogeneración y la trigeneración en la producción de frío y calor. "Todas estas medidas permitirán reducir hasta un 20% las emisiones contaminantes a la atmósfera y ahorrar hasta un 35% el consumo eléctrico. Ha supuesto una inversión importante, pero se reducirá el consumo y la emisión de gases", se congratuló el president.

La cocina

El conseller Thomàs, por su parte, puso el énfasis en las modernas cocinas que, dijo, "permitirán elaborar hasta dos mil comidas diarias y confeccionar hasta diecisiete tipos de menús diferentes" ya que, recordó, no todos los pacientes pueden ingerir el mismo tipo de alimentos en función de sus enfermedades.

Una visita por las cocinas pasaba por una zona de refrigeración en la que la temperatura descendía hasta los 16 grados bajo cero y una zona de abatimiento donde las comidas, una vez elaboradas, pueden permanecer en estado de semiconservación durante un máximo de siete días, según explicó un técnico que actuaba de cicerón para los ilustres visitantes. "Una vez cocinados, los platos se conservan en frío en una sala refrigerada y luego, cuando se sirven en las diferentes habitaciones de hospitalización, se calientan en los propios carros en los que son transportadas", explicó el técnico.

La visita concluyó en el tejado del edificio industrial al que se puede acceder por cualquiera de los tres puentes que lo conectan con la nave principal. En uno de sus extremos, el montículo de tierra elevado para minimizar el impacto visual sobre el monasterio de La Real. El mismo suelo del tejado esta alfombrado de vegetación natural y, sobre él, un gran número de paneles solares alineados que suministrarán el 70% del agua caliente que consuma el hospital.