La crisis ha provocado un cambio de signo en la batalla que se venía manteniendo contra la marginalidad. Tras años en la que la población de las personas sin hogar evolucionaba a la baja, la precariedad económica a la que se han visto abocados muchos individuos ha hecho que de nuevo vuelva a incrementarse, con problemas a los que se suelen ver abocados mayoritariamente los varones: de los 131 ´sin techo´ permanente registrados al cierre del pasado ejercicio, 116 eran hombres y 15 mujeres, según los datos facilitados por Cruz Roja.

Un aspecto que se subraya es el incremento de un nuevo colectivo que se ve incapaz de asumir los compromisos económicos que había adquirido durante los años de bonanza, lo que le ha llevado a perder su vivienda, pese a disponer de un empleo. Así, cada vez hay más casos de personas que duermen en el coche de forma coyuntural, pero que por la mañana acuden a su puesto de trabajo, y todo ello con el objetivo de que su situación no sea conocida, lo que inicialmente les lleva también a no acudir a ninguna organización en busca de ayuda para encontrar donde pernoctar.