El presupuesto inicial para construir un velódromo es de 46,4 millones de euros. Al final acaba costando 110 millones y la pista no consigue la homologación ¿Cómo es posible?

Aunque la cita principal era en el Palma Arena, los problemas matemáticos a los que se enfrentaron ayer miles de jóvenes de todo el archipiélago eran más difíciles de resolver que los malabares presupuestarios investigados en la Operación Espada. Como cada año por estas fechas, el mundo entero celebra las Proves Cangur de matemáticas. En Balears, de nuevo se han vuelto a batir récords de participación: más de 4.200 estudiantes, de 3º de Secundaria a 2º de Bachillerato, se enfrentaron ayer –con más o menos éxito– al álgebra, paralelepípedos y reglas de tres. Y todo, por supuesto, sin calculadora.

Parece que los cerebros vencieron la batalla. O por lo menos esa era la sensación que tenían un grupo de amigos a la salida de las pruebas. Aseguraban que les habían ido "bastante bien, menos las últimas preguntas, las de lógica". Así lo decía Montserrat Font, de 3º de Secundaria, quien aseguró que le gusta la asignatura de matemáticas y que suele sacar buenas notas: "7, 8... incluso algún 9". Él lo tiene claro y quiere estudiar algo relacionado con los números, "alguna ingeniería o así".

Las declaraciones de Miquel Florit, alumno del instituto Baltasar Porcel de Andratx, seguramente harían felices a los organizadores pues indicó que "con según qué cosas de las matemáticas, como las ecuaciones, te lo pasas bien". Y es que uno de los objetivos de estas pruebas que se celebran en más de 44 países es quitar a las matemáticas el sambenito de ´asignatura hueso´. Para ello contribuyó, seguro, la conferencia que se impartió por la tarde que vinculó el onírico mundo de las burbujas de jabón con la, a veces árida, geometría.

Mientras disfrutaban su merienda y el sol en los alrededores del velódromo, Emma Moreno indicaba que le había ido "más o menos ". Las matemáticas, ni de lejos, son su asignatura preferida pero se apuntó a las pruebas porque tenía ganas "de ver lo que era" las Proves Cangur. Los problemas de lógica fueron los que más dificultades causaron a esta joven de 3º de ESO de Andratx. "Las de lógica, las de pensar, ¿no? Es que eso de pensar no nos gusta, ¿eh?", bromeaba un amigo junto a ella.

Pablo Romero, compañero de Emma, también fue a la prueba más por "saber cómo era un examen así, en grupo", que porque le gusten las matemáticas. Él tenía claro que en esta asignatura todo depende mucho "del profesor y los ejercicios que te toquen". Christian Geitner señalaba que las ´mates´ son "básicas" para la vida y que a él lo que le gustan son las ecuaciones y lo que más detesta es la geometría. Se mostraba tranquilo: "Me ha ido bien". ¿Por qué trabajas mucho o por que te sale? "Porque me lo sé".

"Es absoluto, un silencio mágico". Así definía Daniel Ruiz, coordinador de estas pruebas organizadas por la Societat Balear de Matemàtiques, el ambiente que se creó ayer en el Palma Arena cuando se dio comienzo la prueba y los más de 2.000 jóvenes se enfrentaron a las treinta preguntas consensuadas a nivel internacional. Ruiz explicaba que es "muy bonita" la experiencia de hacer una prueba así, "todos juntos".

La alta participación y los resultados demuestran que no todos los jóvenes de Balears han sido arrollados por la tasa de fracaso escolar más alta de Europa y muchos de ellos sí aprecian las cosas bien hechas y el valor del esfuerzo. Ruiz señalaba que, aunque es difícil comparar las puntuaciones de cada año debido a los cambios de modelo de examen, lo que es un hecho es que ya hace dos años que cada edición se salda con uno o dos participantes que han contestado bien a las treinta preguntas. Si echa un vistazo a los ejemplos de la página anterior, podrá hacerse una idea de la complejidad de la hazaña de estos muchachos.

Debido al tipo de preguntas, las pruebas están abiertas a todos. No sólo a los que brillan con los números. "Hay gente que a lo mejor en clases no van bien, pero después tienen pericia, son espabilados y aquí lo hacen bien", apuntaba el coordinador mientras a su lado iban saliendo en tropel los adolescentes, examen en mano, comparando respuestas y comentando todo lo comentable. "Y en ésta, ¿qué has puesto?", preguntaba un alumno de 2º de Bachillerato; "A mí todo el mundo me copiaba", afirmaba uno; "Sí, ¡seguro!", reía incrédulo su compañero de al lado.

Ahora los organizadores se enfrenten a la ingente tarea de corregir miles de cuestionarios, labor que les ocupará por lo menos un mes. Los premios: de una matrícula en la Universitat a ordenadores portátiles. Juan Morro, de El Arenal, no se preocupaba por los premios, "para ganar no me da", pero tenía claro que el año que viene repetirá: "Ha estado bien".