Maria Antònia Munar, defendida por Gabriel Garcías, ha dejado de ser una persona aforada desde el momento en que abandona su escaño en el Parlament. El aforamiento le había permitido hasta ahora postergar su declaración por el caso Maquillaje, en espera de que el sumario pasase a la sala de lo Civil y de lo Penal del Tribunal Superior de Justicia (TSJB). El juez Juan Ignacio Lope Sola, instructor de Maquillaje, la citó en dos ocasiones y ella optó por el silencio.

Esa negativa a declarar ante el juez no se tradujo en la adopción de ningún tipo de medida cautelar, fianza o retirada de pasaporte, puesto que su aforamiento la blindaba en cierta medida ante un simple juez de instrucción. Ahora eso se ha acabado y Munar podría, en un corto plazo, tener que depositar su pasaporte o pagar una fianza para eludir la prisión o depositar otra cantidad para cubrir posibles condenas económicas.

En el caso Can Domenge, que investiga un supuesto entramado de corrupción en torno a la venta por el anterior Consell de Mallorca de los solares urbanizables del mismo nombre, Munar también está encausada, aunque ante el TSJB. El juez Javier Muñoz lleva meses investigando bajo secreto sumarial si la empresa catalana Sacresa se conchabó con dirigentes del Consell para hacerse con el concurso donde se adjudicaron las fincas. La cúpula de la constructora catalana está colaborando con los investigadores y todo apunta a que se han recopilado importantes pruebas incriminatorias contra Miquel Nadal y Maria Antònia Munar.

Ayer declaró, en calidad de imputado, un alto funcionario del Consell de Mallorca. El jueves compareció, también como encausado, Miquel Nadal. El sumario de Can Domenge podría volver al juzgado de instrucción 12 si no aparecen nuevos aforados imputados. Pero los problemas judiciales contra Munar se han extendido a su familia: su marido, Miquel Munar, también está imputado en Maquillaje. Los primos de éste, Víctor García y Coloma Munar también están imputados y ayer García quedó retratado, por el testimonio de los cuatro arrepentidos, como el testaferro de Munar en la productora Vídeo U, beneficiada con millones pagados por el Consell.