El inquilino tiene la sartén por el mango. Al menos durante los ocho meses que se demora de media un desalojo. Se lo confirma a María José Garrofé su abogado: "Mi abogado me ha avisado de que si los echo a la fuerza encima me meto en un lío". Así que esta arrendadora primeriza tiene las manos atadas. Tan atadas que ni siquiera puede dejar de pagar las facturas del agua y la luz, que le paga ella a los morosos que ocupan desde diciembre su piso de la calle San Vicente Ferrer. Y todo pese a que su cliente tiene todo un historial de impagos en otras provincias. "No puedes hacer ninguna de las muchas cosas que se te ocurren para desalojarlos. Nada de cortar el agua o la luz. Para empezar porque normalmente el contrato está a tu nombre. Y al final la compañía va contra ti, pagas tú y te metes en un auténtico berenjenal", advierte Domingo Chaparro.

Lo corroboran fuentes de la abogacía, que explican que el proceso puede ser lento, farragoso y desesperante, pero "lo peor que se puede hacer es actuar al margen de la ley". "Ni siquiera cuando te provocan denunciándote a ti por amenazas", abundan las mismas fuentes. De eso podría hablar largo y tendido Fernando Bestard, propietario que tras proponerle a su inquilina morosa que se marchase sin pagar lo que debía se encontró con una demanda por amenazas. De hecho a esa posibilidad aluden los inquilinos de María José Garrofé en conversación con Diario de Mallorca."Podemos denunciarlos a ellos", advierten, sabedores de que la ley y sus retrasos les garantizan meses de impagos impunes.