El enriquecimiento de Matas causará daños colaterales. Por ejemplo, el ex president no compraba por medio de galerías de arte, sino accediendo directamente a los artistas a través de los técnicos del Palma Arena, los mismos que hoy se quejan "del follón en que nos ha metido", y que son amigos íntimos de los pintores que embellecen el palacete.

En cuanto a los vestidores de Maite Areal –alto cargo con Esperanza Aguirre–, puede competir en calzado con Imelda Marcos, pero habrá que examinar con detalle su inmensa colección de bolsería, por si hubiera sufrido algún engaño y atesorara bolsos relativamente falsos o sólo relativamente originales. Verbigracia, los adquiridos en la modesta tienda de la Colònia de Sant Jordi, lugar de veraneo del ex ministro, que ha surtido a un tropel de mujeres mallorquinas de alcurnia de perfectas imitaciones. Un Dior encuerado de 800 euros se vendía a 300, no a 50.

En el establecimiento citado se enorgullecían de contar a la esposa de Matas entre su distinguida clientela –"somos amigas de Maite" era un pasaporte infalible–, y sus reproducciones son tan fidedignas que ni el ojo adiestrado para el lujo de Areal pudo distinguir una asimetría respecto a los originales. Algunas clientas llevaban incluso fotos de revistas, para garantizarse un duplicado exacto de su bolso soñado. La tienda ha sufrido percances judiciales, pero un servicio tan solicitado nunca desaparece del todo.