La última diputada en activo desde la primera legislatura –26 años en el Parlament– conoce plenamente el alcance de cualquiera de sus signos: una palabra, un guiño de Munar reciben el inmediato comentario de sus detractores y sus defensores por igual. Cuando el lunes decidió su titular ("ya tenemos la pena del telediario") lo hizo escogiendo el escenario propicio: su propio terreno. Ella misma no logrará convencer a nadie de que dirigirse a los medios desde el Parlament fue fruto de la casualidad. Munar es ya un mito, un género literario en sí misma. No deja nada al azar.