Dos víctimas en cuatro meses. La más temida amenaza sanitaria del momento segó su primera vida en Mallorca cuando los calores del verano aún se encargaban de controlar la incidencia de un virus que se crece en el frío. Era 16 de julio cuando el AH1N1 dejó de ser una amenaza abstracta en los mentideros del verano mallorquín para convertirse en una enfermedad real y mortal. La víctima era Mabel Innocent, una nigeriana de 33 años que había ingresado seis días antes de morir.

Y esos seis días fueron los que marcaron su historia, encendida por una intensa polémica sobre la diligencia y eficiencia de los servicios sanitarios. Pocas horas después del desenlace fatal, los amigos de la fallecida se lamentaban de la falta de información sobre su estado y, sobre todo, del escaso acierto del diagnóstico: recalcaban para ello que Mabel Innocent fue atendida por primera vez el 10 de julio en el centro de salud de Escola Graduada, del que salió ese día con la receta de ibuprofeno con la que la enviaron a casa.

48 horas de fiebres y padecimientos después, Innocent volvió a pedir ayuda, esta vez al hospital de Son Llàtzer, donde, a la segunda sí, quedó ingresada con síntomas graves que dieron con ella en la UCI. Allí falleció el 16 de julio, cuando el virus AH1N1 degeneró en la neumonía bilateral que acabó con su vida. A diferencia del niño que murió ayer, Innocent no padecía ninguna patología previa, como se confirmaba en agosto, tras semanas de especulaciones en el sentido contrario. Tampoco formaba parte de los grupos de riesgo, por lo que no habría sido vacunada de haber estado disponible la vacuna que empieza a administrarse justamente hoy, cuando se cumplen cuatro meses exactos desde que la gripe A demostró en Mallorca que su amenaza es real. Y fatal.