Indignante. Tomadura de pelo. Una excusa mala. Falta de palabra. Algo previsible. Un desastre total.

En estos términos calificaban ayer la congelación salarial dos de los colectivos afectados, los profesores de los centros concertados y el personal sanitario.

"Yo también estoy en crisis y sigo pagando mis impuestos, ¿porque ellos estén en crisis pueden dejar de cumplir sus acuerdos?" se planteaba un docente de La Salle. A su lado, su colega Guillem Barceló, asentía. Los profesores aún tiene muy fresca la larga batalla que protagonizaron el pasado año. Pelearon, discutieron, se manifestaron y fueron a la huelga hasta lograr unos acuerdos de equiparación salarial respecto a la pública y unos complementos de antigüedad y ayer amanecieron con la noticia de que todo lo que ganaron se ha quedado en el aire.

"No se puede entender, ¡hace sólo un año que firmamos!", apuntaba Guillem, "es como una tomadura de pelo", añadía. Tanto él como sus colegas mostraban su desconcierto ante un recorte en el sector de la educación "que se supone que es algo prioritario".

La fiabilidad de los políticos ha quedado más en entredicho que nunca para estos colectivos. Isabel Quintana, por ejemplo, hace poco tiempo que se ha incorporado a la concertada pero no le hace falta experiencia para llegar a una triste conclusión: "El Govern no tiene palabra".

Para Pedro Gallego, también profesor, es "un desastre total que un gobierno eche para atrás un convenio ya firmado, ¿y si los jueces también se fueran para atrás con los condenados? ¡Estaríamos apañados!", resumía. Otro colega suyo de las aulas, Mateu Cladera, razonaba que "si ya estamos en crisis, más en crisis estaremos si nos congelan eso".

Hace tan poco tiempo que estaban manifestándose, que los profesores aún deben conservar las pancartas, los emblemas y los silbatos. Y, según indicaron y a la espera de que los sindicatos muevan ficha, no dudarán en movilizarse. "Yo iré el primero", decía Pedro. "Yo iré con antorchas si hace falta", bromeaba otro más radical.

Para combatir la crisis, los consultados por este periódico presentaban con frecuencia dos alternativas a congelar sus complementos retributivos. Pedro las resumía: "Que se bajen ellos el sueldo y que quiten, aunque sea un poquito, la corrupción: con eso bastaba para no tocar el sueldo de los funcionarios". En el proyecto de Ley de Presupuestos hay también un artículo en el que también se paralizan los complementos retributivos de los miembros del Govern, algo que al menos puede servir de consuelo a estos grupos. "Que se congelen ellos el sueldo, ¿ por qué no dan ejemplo?", se preguntaba indignada Pilar Espinosa, técnica de anatomía patológica que está haciendo una suplencia. "Si congelan los sueldos, que sea a todos, incluidos a los altos cargos", reivindicaba Begoña Lasheras, técnica de laboratorio.

"Yo creo que el dinero se puede sacar de muchas maneras, rebajando cargos intermedios y revisando los sueldos de los que más ganan", proponía Francisca de los Ríos, que lleva tres décadas trabajando como auxiliar sanitaria en el sistema público.

Miguel García y Cristina Blasco hace aproximadamente un año y medio que están trabajando en Son Dureta como enfermeros y aunque dieron muestras de la resignación más absoluta –se conformaban y celebraban el simple hecho de seguir cobrando, tras haber oído rumores de que en diciembre no iban a cobrar–, también proponían "otros sitios de los que recortar". Por ejemplo, Cristina, que aseguró estar a favor de los cursos de formación continua, criticó que el año pasado se gastaran el dinero "en que viniera una psicóloga para hacernos juegos al personal".

Algunos de los consultados se resignaban ante la noticia ya que aseguran que "están acostumbrados", como decía Magdalena Arias que ni siquiera se sorprendió con la noticia: "Es lo de siempre", resoplaba. También hay algunos como el facultativo Fernando Romero que entienden "hasta cierto punto" que el Govern "tiene recursos limitados", pero, precisaba, también es cierto que en su opinión se hace "una mala gestión de la crisis".