La jornada de ayer se convirtió en el peor día que se recuerda del urbanismo de Palma. El derrumbe parcial de un edificio de la calle Rodríguez Arias, en la barriada Camp de´n Serralta, se cobró la vida de siete personas. Las víctimas vivían en régimen de alquiler en este edificio que se construyó a mitad del siglo pasado y que casualmente se pintó hace más de un mes. Nadie se explicaba cuál había sido la causa del derrumbe, aunque desde el ayuntamiento de Palma se afirmó que no existía ninguna denuncia que indicara su mal estado. Esta mañana se llevará a cabo la demolición controlada del resto del inmueble y los peritos recogerán muestras en cada planta para ayudar a esclarecer las causas de la tragedia.

El edificio contaba con un local en la planta baja (una antigua lechería cerrada desde hacía años) y tres plantas superiores. En la primera vivían cinco familiares de origen colombiano. Tres de ellos, una mujer, María Inírida Correa de Valencia; su hijo, Pablo Andrés Valencia Correa, y su yerno, Óscar Alfonso Ortíz Zapata, murieron aplastados por decenas de toneladas de cascotes. El segundo piso lo ocupaba un matrimonio mallorquín con sus dos hijas, pero una de ellas no se encontraba en su casa. El padre y la hija, de sólo 16 años, murieron durante el derrumbe. Su madre fue la única que logró sobrevivir. La mujer resultó herida, aunque está fuera de peligro, al igual que los otros dos lesionados. En la tercera planta vivía un matrimonio alemán, ambos de unos 60 años. Los dos perecieron. Sus cuerpos, junto a los del vecino de abajo y el de la menor, fueron los primeros en ser rescatados.

Durante toda la noche y la mañana de ayer decenas de bomberos retiraron escombros ante la posibilidad de que alguna persona estuviera aún viva sepultada por los cascotes. A medida que se iban retirando las piedras del edificio se fueron perdiendo las esperanzas. Los siete cadáveres rescatados demostraban el alcance de la tragedia.

El ayuntamiento de Palma decretó dos días de luto en señal de dueño. Desde Cort se señaló que el departamento de Urbanismo no había recibido ninguna denuncia sobre el mal estado de este edificio. Aunque el inmueble no había superado ninguna inspección técnica, la concejal de Urbanismo, Yolanda Garvi, afirmó que tampoco era necesario. Esta afirmación oficial no coincidía con la opinión de los vecinos, que denunciaron que "la fachada del edificio estaba repleta de grietas. En varias de ellas podías meter la mano", indicó uno de ellos.

Varios vecinos aseguraron que hace pocos meses un arquitecto municipal había realizado una inspección y había concluido que no existía peligro alguno de que el edificio se derrumbara. Sin embargo, el Ayuntamiento lo desmintió.

La labor de desescombro no fue sencilla. Los bomberos tuvieron que darse prisa para ir retirando los cascotes ante la posibilidad de que alguna persona estuviera viva bajo las ruinas. Existía el peligro de que alguna de las partes aún en pie del edificio pudiera derrumbarse. El desescombro fue muy complicado. Los bomberos utilizaron algunas máquinas para sacar las piedras, pero muchas veces tuvieron que hacerlo a mano. Mientras se desescombraba, un perro fue buscando algún superviviente bajo las ruinas, pero no localizó a ningún vecino vivo. Sólo uno de los moradores que se encontraban en la finca en el momento del derrumbe logró sobrevivir a la tragedia. El resto falleció.

La construcción del edificio de la calle Rodríguez Arias databa del año 1959, según la documentación municipal. Se levantó con material de marés. En los últimos años no se había instado ninguna obra de reforma. La última autorización municipal databa de hace seis años. Un propietario pidió permiso para cambiar la cocina y se le concedió. Fuentes municipales confirmaron que al menos dos de los propietarios de los pisos son aparejadores, aunque ninguno de ellos vivía en el inmueble. Tras el derrumbe, la Policía desalojó seis edificios, no porque estuvieran en mal estado, sino porque existía el peligro de que fueran alcanzados por las ruinas del inmueble. En total, medio centenar de personas tuvieron que abandonar sus casas. No les dejaron recoger ni una sola prenda. La mayoría de estos vecinos encontró alojamiento en casa de algún familiar. El resto pasó la noche hospedado en un hotel, a la espera de que les autorizaran regresar a sus casas.

BALANCE

Siete muertos y tres heridos. Los primeros cuerpos fueron rescatados durante la madrugada. Se trataba de un matrimonio alemán que vivía en el tercer piso, así como el padre y la hija menor de la familia mallorquina que ocupaba la segunda planta. La madre logró sobrevivir. Los tres últimos cadáveres rescatados eran una mujer, su hijo y su yerno de origen colombiano que vivían en el primer piso.

El desescombro de los cascotes fue lento y peligroso. Durante toda la noche y el día de ayer los bomberos de Palma estuvieron retirando las ruinas del edificio que se derrumbó, una labor lenta y complicada. Un perro comprobó si había algún superviviente bajo las toneladas de cascotes, pero ninguna de las personas que habían quedado sepultadas consiguió sobrevivir a la tragedia.

Unos 50 vecinos de otros edificios fueron desalojados. La Policía evacuó a unas 50 personas que vivían en otros seis edificios situados cerca del inmueble que se vino abajo. Existía el peligro de que alguno de los cascotes del edificio de la calle Rodríguez de Arias pudiera alcanzar alguno de estos inmuebles. La mayoría de desalojados encontró hospedaje. El resto se quedó en un hotel.