El desenlace de esta crisis –un paripé descomunal más que otra cosa– sólo tenía en vilo a los que calientan una silla. Eso explica que mientras los jerifaltes decidían el futuro del Pacto, de madrugada en el Consolat, los que se jugaban el puesto estaban desvelados y mandándose sms. Ayer por la mañana, en la rueda de prensa en la que Francina Armengol, Joana Lluïsa Mascaró y Miquel Àngel Flaquer escenificaron su reconciliación, casi había más políticos del Pacto que periodistas. Se nota que un sueldo público te da flexibilidad de horario.

Si el acuerdo es tan positivo, quién lo dificultó a lo largo del martes, le preguntó un redactor a Flaquer. "No me acuerdo", respondió el líder de UM al más puro estilo Dinio –el de "la noche me confunde"–, añadiendo que lo ocurrido el día antes para él ya era historia.

De lo que no se olvidaron él y Armengol es de retirar en el último minuto una de las medidas que ya estaban consensuadas. El documento del acuerdo hecho público ayer contiene 16 puntos, pero el pactado en el Consolat tenía 17. Cuando pasada la una y media de la mañana los líderes de los partidos se levantaron sonrientes, dando por zanjada la crisis, la presidenta del Consell le propuso a Flaquer dejar sin efecto la reducción prevista de altos cargos en la institución insular, "porque será muy complicado llevarla a cabo, y además ahora tenemos que recibir nuevas competencias del Govern", narra citándola una fuente. El presidente de UM, bien por conveniencia, bien por cansancio, tuvo a bien deshacer lo que ya estaba decidido. Que se sepa, Biel Barceló, del Bloc, tampoco puso resistencia, así que de recorte de nóminas en el Consell, nada de nada.

Como tampoco se plasmó, en el documento de marras, que cuando un juez dicte medidas cautelares contra un cargo público –cárcel o fianza–, éste deberá dimitir sin dilaciones. "No nos pusimos de acuerdo sobre dónde poner el límite, así que al final cada partido tendrá su propio listón", admitía uno de los asistentes a la reunión sobre la propuesta que el Bloc defendió.

Precisamente esta coalición resultó la gran vencedora de la noche del Consolat, aunque UM ha salido ganando en el Consell, y de paso ha logrado desviar la atención sobre el verdadero motivo por el que rompió el Pacto, la falta de inmunidad judicial.

La cúpula del Bloc se reafirma ante los suyos, al haberse mantenido inamovible en su negativa a que hubiera contraprestaciones al golf de Son Baco. El alcalde de Campos, Guillem Ginard, estaba por la labor de romper el Pacto –"eres un comediante de corral", le llegó a decir a Barceló–, y en modo alguno quería presentarse ante su pueblo sin nada a cambio de la renuncia al golf, que ha convertido en su baluarte. El campaner apuntó incluso a su presidente su posible salida de UM, dejando anonadado a todo el gabinete de crisis. Ayer mismo, el comité en Campos dejó todas las posibilidades abiertas –romper el Pacto a nivel local, o abandonar las siglas–. Por contra, la opinión unánime de los reunidos es que Flaquer y Josep Melià se esforzaron "en todo momento" por salvar el Pacto. Tras el receso de dos horas, de 19 a 21, el líder de UM regresó de la ejecutiva de su partido mucho más relajado. "Ahora sé que tengo un poco más de cuerda para estirar", soltó en la fase final del tenso encuentro, en el que a Ginard le sustituyó Cati Julve, también conciliadora.

Al final el Bloc se salió con la suya y UM tuvo que ceder, pero se hace ahora con la llave en la todopoderosa Comisión insular de Urbanismo del Consell, en la que tendrá mayoría con el PP. ¿Dónde queda eso que los de Barceló se cansaban de repetir hasta el martes: "Ni hablar de que la derecha vuelva a controlar el Urbanismo de Mallorca"?.

La "intransigencia" del Bloc, dicen además en UM, tendrá consecuencias. De momento los de Flaquer han tragado, también porque "el PP está como está, y no les ha dado el más mínimo margen" para tener una posición de mayor fuerza ante sus socios, asume un barón socialista.

Pero existen heridas abiertas. "Hay gente nuestra que pedía romper", asevera un peso pesado de UM, si bien reconoce que la mayoría valoraba el cambio de talante por parte de Armengol. "Claro, si tenían el ´cambio de cromos´ hecho ¿cómo no van a tener buen rollo?", replica uno del Bloc.

Y a todo esto ¿qué papel jugó Antich, en su propia casa? Por lo visto estuvo la mayor parte del tiempo callado, "como hecho polvo", cansado... y sólo cada vez que la cosa se enconaba, saltaba: "Bueno... si esto se enroca, en el PSOE convocaremos a la ejecutiva... y veremos qué hacemos".

El distanciamiento de UM con el Bloc se ha agravado, y "por su propio bien, les conviene que no nos pongan a prueba de nuevo, ahora con lo del Plan Territorial", avisa el barón de UM antes citado.

Urbanismo, hete ahí el meollo de la cuestión, el monotema del que se ha hablado en estas reuniones, el único que importa. La crisis, que en teoría se produjo por lo mal que funcionaba el Consell, se ha saldado con el compromiso de PSOE, UM y Bloc de revisar ahora a la baja el Plan Territorial de Mallorca. Dicho de otro modo, dónde y cuánto puede construirse en los rincones vírgenes de la isla. El trío se ha marcado hasta diciembre para decidir qué hace con las famosas áreas de reconversión territorial (ART). De momento parece ser que la urbanización de Bonaire (Alcúdia) tendrá vía libre, pero en cambio se ´caerá´ es Caülls, en Marratxí. En cualquier caso, la que viene ahora es la verdadera batalla del Pacto, la que puede abrir una nueva crisis –esta de verdad– y sentenciarlo a muerte. Demasiados intereses en juego.