Los arquitectos del Palma Arena, los hermanos García-Ruiz, admitieron ayer ante el juez que su trabajo en el velódromo fue un encargo personal del entonces presidente del Govern, Jaume Matas. Asimismo, los técnicos reconocieron que el contrato de 8,5 millones de euros que posteriormente firmaron con el Consorcio fue "atípico". El magistrado José Castro, que les tomó declaración como imputados por la presunta trama de corrupción en la construcción del Palma Arena, acordó una fianza de responsabilidad civil de 1.200.000 euros. Los arquitectos estarían implicados en una supuesta defraudación a la Hacienda Pública, si bien la fiscalía aún no ha concretado la imputación.

Uno de los técnicos ratificó ayer que fue el propio presidente Jaume Matas en persona el que le llamó por teléfono y le dijo que se pusiera en contacto con el departamento de Deportes para colaborar en un proyecto con un arquitecto extranjero. Se trataba de Ralph Schürmann, quien diseñó el polémico velódromo. Así empezaron los primeros contactos entre los García-Ruiz y el afamado arquitecto alemán. Los técnicos mallorquines explicaron que inicialmente firmaron un primer contrato de colaboración con Schürmann por un importe de 400.000 euros, de los que solo cobraron 80.000, según su versión. Los dos imputados, defendidos por Josep Zaforteza y Ramon Riutord, coincidieron al señalar que esta forma de trabajar es muy habitual porque el arquitecto germano no estaba colegiado en las islas y no podía firmar los planos, por lo que precisaba la colaboración de sus colegas españoles.

Los dos hermanos también criticaron y cuestionaron el proyecto inicial del Palma Arena gestado por Schürmann. Según su versión, los planos que trajo a la isla no se podían llevar a cabo. El proyecto del alemán no era real y no se ajustaba a lo que se había planteado. De ahí, las deficiencias que fueron surgiendo a medida que se iba ejecutando la obra. Los García-Ruiz también cuestionaron la manera de trabajar de Schürmann.

Ante las incidencias que se produjeron y supuestamente al no cumplir con los plazos acordados, el arquitecto alemán fue destituido. Según admitieron varios implicados en la presunta trama de corrupción, faltaba un año para la inauguración del velódromo y solo se había realizado el 8 por ciento, por lo que el tiempo apremiaba.

Posteriormente, los arquitectos García-Ruiz firmaron otro contrato con el Consorcio del Palma Arena para hacerse cargo de la obra, en sustitución de Schürmann. El importe ascendía a 8.559.466 euros, de los que ellos percibieron unos tres millones y medio. Según su versión, ellos mismos tenían que pagar los gastos del aparejador, ingeniero, arquitecto de pista, estructurista, delineante, gastos de gestión y también al publicista Miguel Romero. Los técnicos imputados confesaron ante el juez que no era muy normal este tipo de contrato, pero debido a las circunstancias en las que se hallaba la obra, lo aceptaron. Según su versión, era un contrato "atípico", pero era la única posibilidad que tenían para poder acabar el Palma Arena. Por ello, lo aceptaron. Los García-Ruiz reconocieron que no es muy normal que los arquitectos sean los que paguen y negaron tajantemente haber abonado comisiones.