El señor Lobo, de vacaciones en Asturias, recibe una llamada a su teléfono móvil. "Tienes que sacar del calabozo a nuestro hombre", le dicen. Y como en la película de Quentin Tarantino ´Pulp Fiction´, responde a su interlocutor: "Estoy a 30 minutos de ahí, llegaré dentro de 10".

Cuando aterrizó el miércoles en Mallorca, sus primeras palabras debieron ser: "Hola, soy el señor Lobo. Soluciono problemas". El personaje protagonizado por Harvey Keitel se ha reencarnado estos días en el abogado Luis Jordana de Pozas. Durante las veinte horas que duró la declaración de los detenidos en el juzgado de guardia no se despojó de la chaqueta de su traje azul azafata. Fiscal de las audiencias de Bilbao, Alicante y Madrid, metió en la cárcel al ex presidente del Banco de España, Mariano Rubio, y desmigó los delitos fiscales de la cantante folclórica Lola Flores, fallecida en 1995. Luego se pasó al sector privado.

Luis Jordana de Pozas encabezó el sábado al equipo de cuatro defensores movilizados por la constructora FCC para proteger a su delegado en las islas, Miguel Ángel Rodríguez. La dependencia judicial se convirtió en una sala de espera muy similar a la de un médico de familia. Los abogados de los detenidos –José Ramón Orta, Gaspar Oliver, Antoni Coll, Joan Piña y Ángel Aragón, entre otros– aguardan el turno mientras el juez Castro, arropado por los fiscales Horrach y Subirán, ausculta el testimonio de los detenidos.

Los letrados se suben por las paredes ante el tratamiento dispensado a sus patrocinados. Consideran desproporcionado el tedioso encierro en los calabozos de la Jefatura Superior de Policía y, luego, en los del juzgado. Tampoco les hace mucha gracia leer en sus Blackberry las declaraciones de los dirigentes del PP, que enmarcan la operación Espada dentro de una persecución del Gobierno de Zapatero. "Flaco favor nos hacen", dicen. También maldicen que el juez haya levantado el secreto de sumario sólo para el Govern, personado como acusación.

Como estrategia ante la prensa o por convicción, el tiempo lo dirá, sostienen que los fiscales no han pillado nada de relevancia. Vamos, que el asunto se está desinflando. Aquello es como una partida de mus donde lo difícil es descubrir los faroles.

Y entre tanto, los cinco imputados esperan juntos en una celda minúsculas amueblada con un banco de cemento donde, todos juntos, no caben sentados. Cuando les toca testificar, salen del cubil al que más tarde vuelven sin rechistar. Cada declaración dura entre tres y cuatro horas.

A las cuatro concluyen los interrogatorios. Un problema informático de última hora pone un nudo en el cuello al juez, los fiscales, los abogados, la prensa y los detenidos. Por unos instantes sobrevuela la posibilidad de repetir algún testimonio. A las cinco de la madrugada José Castro termina de redactar el auto y, a continuación, comienzan a desfilar Romero –aplaudido por su familia–, Rodríguez, Durán, Moisés y ´Pepote´ Ballester. El medallista trata de eludir las cámaras de la televisión pero, tras ser conminado por los funcionarios del juzgado, abandona el recinto por la misma puerta que el resto. Durán, entero a pesar de las circunstancias, esboza una sonrisa: "Agradezco la labor de la Policía Local y Nacional. Reitero mi inocencia. Tengo la conciencia bien tranquila porque todo lo que hice fue desde la más absoluta legalidad".

En la calle le espera Catalina Cirer. "He visto a Rafa muy tranquilo, como siempre, pero más descansado, después de tres días de tortura en una celda de dos ochenta por dos metros. Me pregunto por qué Socias les ha dispensado este trato [en el traslado esposados de la Jefatura de Policía a los juzgados]. ¡Son políticos!", se queja la ex alcaldesa. "Estas imágenes marcan las vidas de las personas. Todos son mis hijos pero siento por Rafa un aprecio especial", abunda. El delegado del Gobierno, Ramon Socias, desveló ayer que él y el Jefe Superior de Policía ordenaron evitar el "bochorno" de los arrestados. "Alguien se saltó esa orden", admitió.

El señor Lobo también considera excesivo el celo de los agentes. Sin embargo, su tarea el sábado era otra: sacar del calabozo a Rodríguez. Ayer, Luis Jordana tomó el avión a las once de la mañana. Rumbo a Asturias.