Bocadillo de mortadela con el hijo de la Paca

El repertorio alimenticio se circunscribe a un bocadillo de mortadela sin tomate ni aceite para facilitar su paso por la garganta. Como variante a la entrañable mortadela, Pepote Ballester y Rafael Durán pudieron degustar pan con queso. El derivado lácteo se introdujo no hace muchos años para satisfacer el hambre de los arrestados musulmanes, a quienes su religión veta el consumo de carne de cerdo.

Los calabozos de la Jefatura Superior se componen de media docena de habitáculos –tres a un lado y tres a otro– separados por un pasillo. Los cinco detenidos el pasado miércoles por la presunta corrupción en torno al velódromo fueron disgregados para impedir que acordaran su declaración ante los fiscales y el juez. En cambio, compartieron estancia con presuntos delincuentes comunes. En su primera noche había unos quince. Entre ellos se encontraba un supuesto maltratador; una persona que había dado positivo en un control de alcoholemia en las Avenidas; un muchacho sobre el que pendía una orden de ingreso en prisión por narcotráfico; dos carteristas marroquíes habituales en las instalaciones de Ruiz de Alda; y un hombre acusado de coacciones y amenazas. Sin embargo, el más conocido de todos los allí recluidos era El Chirri, hijo de La Paca, la conocida narcotraficante de Son Banya. El vástago de la matriarca pasó la noche en las dependencias policiales junto a los que ingresaron por la ´operación Espada´. El Chirri fue absuelto durante el macrojuicio que juzgó al clan de La Paca el pasado mes de enero porque sus facultades mentales se encuentran disminuidas.

Como al resto de compañeros de estancia, y por motivos de seguridad, Pepote, Durán, Jorge Moisés, Miguel Romero e Ignacio Antonio Sáez fueron obligados a entregar sus pertenencias personales, el cinturón y los cordones de los zapatos.