Los terroristas no se limitaron a colocar una única bomba. Instalaron un segundo explosivo en otro vehículo de la Guardia Civil de Palmanova, que por fortuna no explotó. Si alguien hubiera movido el vehículo, por cualquier circunstancia, la bomba se hubiera accionado. Se trataba de un explosivo que se acciona por movimiento. Esta bomba no precisa que una persona accione un mecanismo para que explote. Hubiera bastado que un conductor hubiera movido el coche. Éste es uno de los métodos más clásicos que históricamente ha utilizado la banda terrorista ETA en sus atentados.

Tras explotar el coche patrulla de la Guardia Civil, los agentes inspeccionaron todos los vehículos oficiales. Fueron momentos de mucha tensión porque los profesionales desalojaron a todas las personas que pudieran encontrarse en los alrededores del lugar de la tragedia. Los especialistas antiterroristas saben por experiencia que muchas veces los terroristas colocan una segunda bomba en el escenario del crimen y Calvià no fue una excepción. Gracias a la ayuda de los perros especializados en la búsqueda de explosivos se consiguió localizar la segunda bomba. Así se evitó una tragedia mucho mayor. Los asesinos la habían instalado en un coche patrulla que estaba aparcado justo enfrente del antiguo cuartel de Palmanova. Es un lugar por donde a diario transitan miles de personas, por lo que si hubiera explotado el número de fallecidos hubiera sido incalculable.

Explosión controlada

Los artificieros se hicieron cargo de la situación. Se intentó desactivar el explosivo, lo que hubiera permitido comprobar si había alguna huella de los terroristas, pero fue imposible. Ante el peligro de que los terroristas pudieran accionarla desde la distancia, como habían hecho con la anterior, se decidió realizar una explosión controlada. Para evitar cualquier herido, antes se acordonó la zona y se desalojaron varios edificios. Los vecinos colaboraron en todo momento con las fuerzas de seguridad, porque eran muy conscientes del peligro que estaban corriendo.

Sobre las siete y media de la tarde se realizó la explosión controlada. Se confirmó que se trataba de una trampa mortal que había colocado el comando itinerante de ETA para causar aún más dolor, si cabe, tras provocar la muerte de dos jóvenes agentes de la Guardia Civil.

El vehículo policial donde se colocó este segundo explosivo llevaba bastantes días estacionado en ese aparcamiento. Por ello los investigadores apuntaban a que los terroristas habían colocado el explosivo entre las doce y la una de la tarde. No tuvieron problemas los asesinos para hacerse pasar por turistas y no llamar la atención. No se sabe si su imagen pudo ser captada por alguna de las cámaras de seguridad que hay en la zona, aunque si es así será complicado identificar a los terroristas. Cada día transitan por este cuartel de Palmanova miles de personas y muchos de ellos se paran a presentar denuncias. Si el coche policial llega a explotar nadie puede calcular el número de muertos que hubiera causado.

Lo que anoche aún no sabían los especialistas en la lucha antiterrorista es cuánto tiempo llevaban los etarras por la isla, ni durante cuántos días habían planificado el atentado. Tampoco sabían el orden de la colocación de las bombas, ni cuál de ellas pretendían que explotara antes, la que causó la muerte de los dos guardias civiles o la que finalmente fue localizada antes de que se accionara.

En cualquier caso, la vigilancia anoche por la isla era extrema. Se seguían vigilando los lugares de salida porque los investigadores están convencidos de que los terroristas siguen en la isla. Pueden estar hospedados en cualquier hotel o en un apartamento alquilado. Lo que está claro es que hasta ayer, cuando ya era tarde, nadie había detectado la presencia de un comando de ETA por Mallorca.