Diego Salvà Lezaun

Hijo de un conocido médico

· Diego Salvà Lezaun tenía 27 años de edad. Se incorporó a la Guardia Civil hace poco más de un año. El agente fallecido en el atentado terrorista era un joven aficionado a las motos. Competía en este deporte, pero hace seis meses sufrió un grave accidente de tráfico cuando circulaba por la autovía del Arenal al colisionar contra otro motorista que invadió su carril.

Carlos Sáenz de Tejada

Fue soldado antes que guardia

· Carlos Sáenz de Tejada, de 28 años, aprobó los exámenes de la Guardia Civil el año pasado. Antes pasó casi ocho años enrolado en el Ejército como soldado profesional, destinado en el área de transmisiones del cuartel de Burgos. Tras aprobar el periodo de prácticas, su primer destino era el cuartel de Palmanova. A sus compañeros les había dicho que quería que le destinaran al País Vasco.

Diego Salvà Lezaun había superado hace poco el coma de seis meses que le provocó un accidente de moto, pero ayer ETA segó su vida. Era el guardia civil mallorquín que ayer murió, junto a su compañero Carlos Sáenz de Tejada, al explotar un coche-bomba en Palmanova. Diego había nacido circunstancialmente en Pamplona. Allí estudió la carrera su padre, el prestigioso urólogo Antonio Salvà Verd, que allí también conoció a su mujer. El hijo había nacido en 1982, pero al cumplir los tres años sus padres se trasladaron a Mallorca. Salvo el periodo que estuvo en la academia de la Guardia Civil, Diego nunca más se movió de la isla. Por esas cosas del destino que nadie se explica el joven se incorporó el pasado lunes al cuartel de Palmanova. Era un gran aficionado al mundo del motociclismo y sufrió un accidente de tráfico con una moto el pasado día 15 de marzo cuando circulaba por la autovía del Arenal. Otro motorista que se despistó chocó de frente contra su vehículo. Iba acompañado de una chica. Se golpeó la cabeza y perdió el conocimiento. Entró en coma y así estuvo casi seis meses hasta que logró recuperarse, cuando muchos de sus conocidos, e incluso sus compañeros, no tenían ninguna esperanza de que algún día pudiera volver al trabajo. Pero Diego era fuerte. En los meses que pasó ingresado en Sant Joan de Déu nunca estuvo solo. Tenía seis hermanos y siempre había alguien con él. Su madre contrató al abogado Antoni Tugores para que le defendiera en los tribunales. Su caso aún estaba pendiente de juicio.

El guardia civil llegó a perder el habla, y tras meses de lenta recuperación por fin consiguió su objetivo: dejar la cama del hospital y regresar al trabajo. Cuando sufrió el accidente apenas llevaba unos meses destinado en Calvià, pero le bastó para ganarse la confianza y simpatía de sus compañeros. Su vuelta fue celebrada por todos. Aún no estaba al cien por cien, y por ello se decidió que aún era pronto para que se incorporara a las patrullas.

Al formar parte de una conocida familia de Palma la noticia de su muerte causó una profunda consternación. Su padre los supo en Eivissa y fue llevado en helicóptero a Mallorca. Estuvo en el lugar del atentado. Diego era sobrino de Rafel Ferragut, propietario del Auditórium. "Estamos muy afectado por la muerte de Diego", declaró Ferragut. Leticia, una de sus hermanas, apenas podía hablar. "Prefiero no hacer declaraciones". Uno de sus tíos es un inspector de Policía que antes estuvo enrolado en la Guardia Civil.

De Burgos

Carlos Sáenz de Tejada, el otro guardia civil muerto en el atentado, había nacido en Burgos. Era el menor de tres hermanos. Se incorporó al cuerpo el año pasado. Realizó las prácticas en el cuartel de Palmanova y ya se quedó en este destino cuando fue nombrado guardia. Era soltero, al igual que Diego, y cuando cumplió los 20 años se incorporó como profesional al Ejército. Pasó años en la Unidad de Transmisiones del cuartel de Burgos. Pero su deseo era entrar en la Guardia Civil. Se presentó varias veces a los exámenes y suspendió. Pero gracias a su perseverancia el año pasado consiguió aprobar las pruebas de acceso. Tenía vocación de servicio al cuerpo, según referían ayer algunos de sus amigos. Le gustaba Mallorca, pero le tiraba más su tierra. Quería pedir el traslado. Si no había plaza en Burgos pediría un destino en el País Vasco.

El pasado miércoles, Carlos Sáenz se enteró de que un primo suyo había sido desalojado de su casa al explotar un coche bomba frente al cuartel de Burgos, su ciudad. A su primo no le había pasado nada, pero un día después los terroristas terminaron con la vida de este joven guardia civil al ser alcanzado por la potente explosión de la bomba colocada en Calvià.