El virus del papiloma humano (VPH) es el desencadenante del cáncer de cuello de útero, también denominado de cérvix. Constituye una de las infecciones de transmisión sexual más común, conociéndose más de cien variedades del VPH. Al menos trece de ellas resultan cancerígenas para los humanos.

Generalmente, las infecciones por este virus ceden espontáneamente en un plazo máximo de dos años, pero pueden persistir y producir lesiones en el cuello uterino que, si no se tratan, podrían derivar en 20 o 30 años en un cáncer cervical.

La prevalencia de infección por el VPH está asociada a la edad, siendo más alta en la etapa inmediata al inicio de las relaciones sexuales (entre los 15 y 25 años de edad). Posteriormente se produce una disminución muy marcada, hasta los 40 años, para estabilizarse a partir de esta edad.

En el caso de la vacuna para la prevención del cáncer de útero, hay que aplicarla antes de que la persona haya mantenido relaciones sexuales para garantizar su efectividad. Por lo tanto la aplicación de la vacuna se está llevando a cabo entre niñas de 11 a 14 años.

Los detractores del inyectable sostienen que resulta inocua en el 30% de los tumores, es cara y no se justifica su desembolso debido a la baja tasa de mortalidad del cáncer de cérvix. A estos razonamientos se han sumado los efectos secundarios. Desde el Govern, sin embargo, se recuerda que la decisión de suministrarla se adoptó por unanimidad de las comunidades autónomas, de acuerdo con las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud.