El arquitecto alemán Ralf Schürmann, diseñador del velódromo palmesano Palma Arena, objeto de investigación judicial por presunto desvío millonario de fondos, descuadres presupuestarios, y presuntos sobornos, prestó ayer declaración como testigo ante el juez por espacio de casi tres horas. Schürmann se ratificó en que sufrió presiones por parte de los responsables del consorcio para las obras del velódromo para que inflara gastos y partidas y aportó a los investigadores nuevas pistas sobre la presunto trama de corrupción.

Ralf Schürmann llegó al juzgado de instrucción 3 de Palma sobre las once y media y acompañado de un ayudante y de una traductora. El testigo salió de la sede judicial de Vía Alemania hacia las dos y media de la tarde y rumbo al aeropuerto.

Schürmann prestó declaración ante el juez de instrucción José Castro y el fiscal anticorrupción Pedro Horrach, que desde agosto pasado investigan el caso Palma Arena. El sumario está declarado bajo secreto y por eso nadie más asistió a la comparecencia.

Niega las demoras

El arquitecto fue contratado por el Consorci per a la Construcció del Velòdrom de Palma, integrado por dirigentes del Partido Popular del Consell de Mallorca, el Govern y el Ayuntamiento. Schürmann fue fichado por su fama de mejor experto mundial en la construcción de velódromos.

El testigo empezó a dirigir las obras en la primavera del 2005, pero casi un año después fue "despedido" por el Govern del PP, que alegó retrasos injustificados en la entrega del proyecto, lo que estaba poniendo en dificultades la culminación del velódromo para principios del 2007.

Ayer el arquitecto rechazó las demoras alegadas por el Govern e insistió en que tuvo presiones por parte de los dirigentes del consorcio.

El abogado de Schürmann ya había prestado declaración ante el juez y los fiscales anticorrupción el mismo día en que una comisión judicial visitó la instalación deportiva para comprobar su lamentable estado y malos acabados.

El letrado anunció que el diseñador había tenido roces con los políticos mallorquines porque éstos trataban de imponerle determinados colaboradores o sistemas de trabajo que, según Schürmann, inflaban y elevaban los costes.

Ayer el diseñador en persona ratificó estos extremos y explicó con mucho detalle en qué consistieron las presiones y las diferencias con los gestores del consorcio.

El testigo, una persona muy puntillista y recta, precisó con detalle en qué consistió su trabajo y la naturaleza del proyecto. También fue interrogado sobre los cambios en el proyecto y la causa de su relevo en la dirección del velódromo por el también arquitecto Sander Douma, de nacionalidad holandesa.

El arquitecto tuvo un primer incidente cuando le presentaron un plan de demoliciones previas a las obras, que él consideró muy inflado. El experto alemán entendía que derribar antiguas construcciones levantadas en el solar podría costar la mitad de lo que se quería presupuestar. También discrepó de la idea de designar una empresa para coordinar las obras.