La ex consellera de Presidencia Rosa Puig, predilecta del ex president en el exilio Jaume Matas, fue aupada por éste a un puesto de primera fila por ser una joven lumbrera que él, en su sabiduría indiscutida, quería descubrir al mundo político balear. Ella, resultona en actos públicos, decidida y con buena imagen, llevó a cabo una gestión en apariencia plana y sin estridencias en medio del torbellino de proyectos mastodónticos y anuncios impactantes en que Matas, con Rosa Estarás como escudera, convirtió la pasada legislatura. Hoy, con la rama de Juventud de su liviana Conselleria en la diana de la Justicia y la sección de Deportes transmutada en pozo negro financiero, la gestión de Puig se revela negligente e irresponsable. Mientras, la potencial estrella política enmudece en el exilio interior.