Las carencias de Balears en materia de seguridad policial, a causa de la movilidad de las plantillas, empiezan a tener una dimensión histórica, que no cambia aunque lo hagan los responsables de su diseño. Año tras año se produce el mismo movimiento, agentes con destino en las islas las abandonan en busca de un puesto mejor remunerado. Es un problema de alto coste de vida pero quienes siguen sin poner remedio a esta cuestión -ahí sigue colgado el plus de insularidad- deberían ser conscientes de que Balears es una comunidad que vive del turismo y el turismo es muy sensible a la falta de seguridad. Aunque sea por esa razón hay que encontrar una solución.