Luisa Brunet, argentina de 84 años, llegaba ayer a Mallorca dentro del primer contingente de la llamada Operación Retorno, en la que baleares de nacimiento o de descendencia, residentes en Sudamérica, tienen la oportunidad de visitar las islas, reencontrarse con sus familiares e indagar en sus orígenes.

Luisa conocía ayer a su prima hermana Antonia Brunet, de Porto Cristo, en el aeropuerto de Son Sant Joan. No se habían visto nunca en persona. "¿Cómo la has reconocido?", le pregunto curiosamente a Antonia. "Es idéntica a mi abuelo", respondía emocionada. Luisa no había estado nunca en Mallorca. Contaba, sobresaltada, que su padre había emigrado a Argentina con sus dos hermanos. "¡Con los papeles falsos se iban!", confesaba entre risas.

Jordi Bayona, director general de Acción Exterior y Relaciones con la Unión Europea, y Pepi González, gerente de la fundación Balears a l´Exterior, recibieron a los otros setenta y cuatro pasajeros residentes en Argentina, Venezuela, Uruguay y República Dominicana a pie de pista en el aeropuerto de Palma. La segunda tanda está prevista que se realice en el mes de octubre, según la fundación Balears a l´Exterior. A modo de bienvenida, Jordi Bayona pronunció unas palabras emotivas a los recién llegados: "No les voy a decir que están como en su casa, porque están en su casa. Sé lo que se siente cuando se pronuncia la palabra ´Mallorca´. Allí es una palabra mágica."

Muchos baleares emigraron a principios de siglo por las dificultades económicas que se sufrían en las islas. Cruzaban el Atlántico para "hacer las Américas". "Mallorca no es lo que era cuando nuestros padres emigraron", comentaba María José Borrás, nieta de una mallorquina que emigró a Argentina en 1905, con tan sólo 15 años. Insistía en su extrañeza al volver a la isla de la que venían sus familiares. Tenía muchas ganas de indagar "en su historia. Quisiera saber exactamente dónde vivía mi abuela."

Y es que muchos de ellos vivieron su infancia escuchando historias sobre las Balears. Mariana Tarántola y su hermana Luciana, residentes en Mar de Plata, Argentina, explicaban que en su casa siempre había "libros y cuadros de Mallorca. ¡Nos han hablado tanto de la isla!". Las hermanas querían ver en persona todo aquello que les había contado su abuelo, Miquel Roig, que emigró a Argentina antes de la guerra.

Todos estaban muy emocionados y querían investigar y reencontrarse con sus orígenes. Un ejemplo es Lourdes Barceló, nieta de mallorquines, que se ha apuntado a clases de ´ball de bot´ en la Casa Balear de Rosario, en Argentina.

Incluso alguno, como José Manresa, se atrevía a hablar en mallorquín, con un ligero acento argentino que, en este caso, le delataba. José contaba que se había criado en una casa de mallorquines en Mendoza, Argentina. Su padre, nacido en Felanitx, cruzó a los tres años el Atlántico. "Es la primera vez que vengo, a pesar de que toda la vida he visto fotos de las islas", explicaba cansado después de más de 20 horas de viaje.

Todos ellos se sentían muy orgullosos de sus orígenes. Bartolomé Llompart, hijo de pollencins, confesaba que en Argentina no sabían escribir su apellido. "Me preguntan si es francés o inglés, y yo les respondo: ¡No, es mallorquín!", decía nada más llegar.

La bienvenida en el aeropuerto de Palma dará paso a una semana de visitas por los lugares más emblemáticos de la isla. Algunos visitarán los pueblos de sus padres y abuelos. Otros, los lugares en los que nacieron. Y muchos de ellos, en la primera visita que realizan a Mallorca, descubrirán lo que sus antepasados les contaban y cómo ha cambiado todo.