En un mundo utópico no habría habido problemas con la elección de casi un once por ciento de los compromisarios del congreso regional del Partido Popular de este fin de semana. En ese esquema de juego ideal, el candidato Carlos Delgado se habría limitado a exponer su programa radical, someterse al escrutinio de sus compañeros y, seguramente, perder en favor de su oponente Rosa Estarás, más moderada. Pero la sombra de las irregularidades está precediendo de manera insólita y perniciosa al cónclave conservador. Delgado se encarga de atizar el fuego y de jactarse del porcentaje de votos que va a conseguir o no. El candidato minoritario logra titulares en prensa, pero su partido no gana nada, nada de nada, con esta división. Al PP de Balears no le conviene, ni le va, tanta controversia interna.