Habituada a los bloqueos, la Inglaterra de Thatcher presumía de su capacidad de autoabastecerse de alimentos sin aporte exterior. Aunaba los rasgos de insular e imperial. La Comunidad no Autónoma de Balears, donde todas las enfermedades son secuelas de la locura inmobiliaria, fue menos precavida. Quién quiere pan, si puede tener cemento. La región se jacta de acoger la octava aglomeración urbana de España, lo cual multiplica su riesgo. Del gran stock al gran shock, ayer se vivieron los primeros escalofríos excepto de seis a ocho, en que los huelguistas y sus víctimas coincidieron ante el televisor. Son los temblores que preceden al auténtico estallido.