La mayoría de alemanes residentes en la isla son procedentes de la Alemania del Oeste, jubilados, con una media de edad de entre 55 y 70 años, que viven con su pareja y que prefieren a otros compatriotas como vecinos. Este es el prototipo de los ancianos alemanes en Mallorca. Unos datos que se ampliarán con la publicación, en breve, del estudio iniciado en el año 2000 por el sociogeógrafo de la Universidad Martin Luther, en Halle-Wittenberg, Klaus Friedrich, y su equipo.

De momento, los resultados llenan incontables tablas de estadísticas, pero ya permiten sacar más conclusiones: hay muchos profesionales liberales, más que la media, así como empleados y administrativos con mayor especialización. La mayoría convive con su pareja. Los motivos para escoger como destino Mallorca -además del clima mediterráneo, el fácil acceso o la forma de vida- se definen mmeidante "estructuras de motivación, que son expresión de una mayor individualización en una sociedad con cada vez más opciones", según lo expresan los investigadores. Es decir: entre los mayores alemanes en Mallorca, encontraríamos tanto aquellos, que mediante su residencia demuestran su pertenencia a una cómoda capa social, como aquellos que se "bajaron del tren" porque pretendían vivir de forma alternativa a la vida cotidiana alemana. "En medio de éstos dos grupos existe una amplitud de otros conceptos de vida, ricos en matices."

Estancia

Se puede fijar en cifras la movilidad de los mayores. La media de la estancia es de 8,6 meses al año. De diez residentes, cuatro pasan sólo de tres a seis meses en la isla, dos se quedan de siete a diez meses, los cuatro restantes viven como mínimo once meses en Mallorca. El 51% de los mayores alemanes vive en un piso o un apartamento, el 36% en viviendas unifamiliares y el 12% en un adosado. Sólo el 14% vive de alquiler.

Los alemanes ancianos también se agrupan en función del lugar de residencia. Según si los residentes habitan en poblaciones costeras, en urbanizaciones o en el campo, se pueden deducir diferencias en las características sociodemográficas, las orientaciones y patrones de sus actividades. Por ejemplo, los alemanes más mayores habitan en poblaciones costeras y, en cambio, los habitantes de fincas en el campo son los que mejor hablan español. La preferencia del vecindario también varía de la playa al campo. Así, los ancianos que viven en una urbanización tienen como vecinos sobre todo a compatriotas suyos, el 53%. En la costa el vecindario está un poco más mezclado, aunque el porcentaje de vecinos alemanes sigue siendo alto, con un 40%. Y en el campo, el vecindario es más lugareño ya que sólo el 22% son alemanes.

Los investigadores no encontraron urbanizaciones para mayores siguiendo el modelo de EEUU: Adult communities, que únicamente son habitadas por mayores que se mudan desde fuera. Aunque algunas urbanizaciones de Mallorca tiene rasgos de urbanización para jubilados, no se corresponde con el concepto de la segregación por edad. "Éstos residentes viven en las urbanizaciones sobre todo con nuevos llegados de su mismo estatus social, su estancia es mayoritariamente de temporada y va ligada a la opción de volver a Alemania", afirma el investigador.

El origen del estudio se remonta a ya hace más de treinta años, cuando Klaus Friedrich pisó una urbanización para ancianos en los EEUU y supo que aquel era su tema central de investigación. "Se rieron de mí, por querer ocuparme de personas mayores", dice el sociogeógrafo. Entretanto el cambio demográfico ha llamado la atención a todos. Habrá más información sobre los ancianos alemanes en Mallorca cuando su aspirante al doctorado Claudia Kaiser publique su estudio sobre los ancianos alemanes en Mallorca.

Todo comenzó con la pregunta: ¿Cuántos mayores (alemanes) residen en la isla? Dado que no les ayudó ninguna institución pública, el jefe del proyecto Friedrich y su equipo optaron por el listín telefónico. En él encontraron unos 10.000 nombres que pudiesen ser alemanes. Luego las llamadas. Los investigadores filtraron todos aquellos paisanos, que hubiesen cumplido los 55 años o más, y que residían por lo menos tres meses al año en la isla. Siguieron entrevistas con 360 mayores y conversaciones con expertos.

Los resultados del estudio tendrán aplicaciones prácticas, anuncia Friedrich. En marzo se reunió con el cónsul alemán Wolfgang Wiesner, para comentar los problemas sociales de los jubilados alemanes. El consulado trabaja para conseguir la asignación de un trabajador social. "El trabajo no debe quedarse sólo en la librería", dice Friedrich, "también debe ayudar a los afectados."