Desde el 27-M Maria Antònia Munar no camina, flota. Enfundada en un blanco resplandeciente, levitó ayer entre sus adversarios políticos hasta alcanzar un día más su sillón presidencial en el Consell de Mallorca, donde un pleno de puro trámite se convirtió en el epicentro del interés político-mediático. La sesión se inició con un minuto de silencio por el fallecimiento de Gabriel Rosiñol, jefe de personal culto, metódico y eficiente, que sufrió un ataque al corazón en los días previos a las elecciones. Entre la clase política se recordaron con afecto sus maneras y algunas curiosidades de su vida. Poseía una colección de Astérix en latín, idioma en el que podía mantener una conversación sin problemas.

El pleno en sí apenas duró quince minutos. Sólo un punto de fricción de menor calado. PSOE y PSM pidieron que se retirara la petición del ayuntamiento de Ses Salines de dar de baja la construcción de una nueva pista polideportiva porque hay posibilidad de cambio político y correspondería tomar la decisión al nuevo consistorio. Tras vacilaciones en las bancadas conservadoras, PP y UM bendijeron la demanda consistorial. El pleno se ventiló tan rápido que Marilena Tugores, de EU-Els Verds, sólo llegó a la despedida. La única ausencia a propósito la protagonizó el conseller del PP, Joan Font, quien en los últimos días ha criticado abiertamente al president Matas, al que imputa la pérdida de la mayoría absoluta por su blandeza con Munar, el fichaje de Maria de la Pau Janer, la compra del palacete... "Que cada cual responda por sí mismo", se limitó a comentar en pasillos sobre su comportamiento el portavoz insular del PP, Fernando Rubio, de tono bastante más conciliador hacia los "aliados naturales". Rubio abogó por reeditar el pacto del que abominaba en campaña la candidata insular, Rosa Estaràs. "Un pacto PP-UM dará estabilidad a la institución", corregía ayer Rubio, para quien la historia demuestra que los acuerdos entre ambas formaciones favorecen "la gestión tranquila". Sobre las dificultades para satisfacer las exigencias de Munar esgrimidas por el presidente del PP de Mallorca y presidente del Parlament, Pere Rotger, Rubio se mostró cauto. Pidió a sus compañeros de filas que tengan "la mayor de las prudencias" puesto que las condiciones de UM "aún no están sobre la mesa".

Desde los escaños socialista, Cosme Bonet abogó por un pacto UM-PSOE-Bloc que aporte "modernidad y progreso" a las islas, en consonancia con la labor de Zapatero en España. "Nosotros no esperamos ofertas del PP, por lo que nuestra posición queda menos centrada que la de UM y la hace menos llamativa. Pero que nadie olvide que los votos del Bloc son imprescindibles para un cambio de gobierno. No tenemos interés en el protagonismo mediático", aseguró el portavoz del PSM, Antoni Alorda. El nacionalista subrayó la coincidencia del Bloc y de UM en que "los partidos que quieren formar gobierno deben iniciar las conversaciones". "Hay que mimar al Bloc", se escuchó ayer de boca de un destacado uemita, consciente de que sólo ellos son bisagra, pero que sin la concurrencia de todos el desalojo del PP tampoco es viable. El vicepresidente Miquel Nadal representó la voz de la bisagra en estado puro. Aseguró que UM "sigue la espera" de recibir ofertas y desmintió que las bases uemitas y populares dificulten un encuentro entre las cúpulas. "Las bases de UM quieren lo mejor para Mallorca, para Palma y para UM" y punto.

"Adiós Maria Antònia, yo ya me voy. Ahora sólo te veré en fotos", se despidió la verde Margalida Rosselló. "Todavía queda otro pleno. Ya habrá ocasión de despedirse bien", le replicó Munar, que detuvo por un momento su levitación y le estampó dos besos. En su desfile de salida, Munar recibió enhorabuenas a diestra y siniestra. Ella se encerró en el despacho con su equipo más próximo, mientras los grupos insulares de populares y socialistas buscaban un bar donde comentar penas y alegrías. La mayoría da por hecho el pacto progresista, pero "hasta que no preceda una gran crisis a ese acuerdo, no estará hecho", advierte un veterano.