El ´Sorolla´ de Trasmediterránea llegó ayer minutos antes de las ocho de la noche al Moll de Paraires del puerto de Palma procedente de Valencia donde estuvo "retenido" desde el martes.

Con mucha agilidad, seguramente por las ganas de llegar a destino, turismos, autocares de pasajeros y camiones de todos los tamaños fueron desembarcando. El barco iba hasta los topes, sobre todo de mercancías: mudanzas, paquetería privada, Correos, alimentación, maquinaria...

Jaume Carbonell conducía un camión de congelados. A él le tocó padecer los efectos de la huelga aunque "sin problemas", como dijo. El camión lo enchufó en el puerto para no perjudicar la carga y pudo dormir y ducharse en el camarote del barco. En este sentido considera que todo ha ido "bien". El problema es la pérdida de tiempo y de dinero que le ha generado estar parado tantos días, aunque Jaume se manifiesta solidario con los pescadores que reclaman un gasóleo profesional.

Menos de acuerdo estaba Pedro Martín, conductor de un turismo, para quien ha sido "una faena" tener que permanecer por esta causa en el puerto de Valencia, en su caso, desde el lunes. De todas formas quiso remarcar las "facilidades" que dio la compañía Trasmediterránea que se hizo cargo de alojarles y alimentarles.

Quien no tuvo tanta suerte fue Servando de la Fuente, que llegó a Valencia el martes procedente de Madrid conduciendo una pala excavadora. Según contó, tuvo que dormir en una pensión y adelantar los gastos de manutención de su estancia en Valencia.

Estos son sólo algunos ejemplos de quienes llegaron ayer a Palma después de tres días de huelga. Pero los efectos también se hicieron evidentes a la inversa. Mientras el ´Sorolla´ descargaba empezaban a congregarse pasajeros en la estación marítima que embarcaban rumbo a Valencia.

Paquita Moreno y Montserrat Bayarri formaban parte de un grupo de 24 personas, jubilados y jubiladas valencianos, que ponían así su punto y final a unas vacaciones en Magaluf. Su partida estaba prevista ayer a las doce de la mañana pero la huelga retrasó la salida del barco hasta las diez y media de la noche, con llegada a Valencia prevista para las cinco de la mañana de hoy. No estaban molestas, decían. Sólo se lamentaban de no haber salido esta mañana para aprovechar una noche más de baile en el hotel.