La adopción es un proceso ilusionante y enriquecedor tanto para los padres como para los hijos. Esta premisa que se cumple en casi la totalidad de los casos guarda su propio reverso doloroso del que no puede desligarse.

"Es una historia de pérdidas y ganancias", resume José María Rodríguez de Castro, terapeuta familiar del Servicio de Postadopción de Balears y psicólogo. Rodríguez de Castro participó ayer en la presentación de este servicio gratuito en el Club de DIARIO de MALLORCA junto a la comadrona Maria Maimó Vaquer, la jefa de Pediatría de Son Dureta, Joana Maria Román, el presidente de la Associació Illes Balears d´Adopcions (Aiba), Ramon Rotger Canet, y Josefina Sintes, miembro de Fodesba.

El terapeuta familiar enumeró las mermas que entraña el proceso y que requieren ser integradas. Los niños sufren la pérdida de los padres biológicos, los hermanos, la familia extensa o los cuidadores que tenían en su país de origen. Curiosamente, el menoscabo afecta también a su estatus. Aterrizan en un lugar donde la etnia difiere a la suya y son percibidos por los demás "a un nivel distinto", apostilla Rodríguez de Castro.

El quebranto se extiende asimismo a su continuidad genealógica y a la propia identidad. Una joven gitana prohijada por una familia paya sentía que sus rasgos físicos la convertían en diferente pero tampoco la ligaban a la etnia gitana de la que procedía, ejemplarizó el psicólogo. Esta circunstancia da lugar a un perjuicio sobre la "privacidad" de su vida, ya que la comparación de progenitores y vástagos delata el origen de estos últimos.

Las pérdidas además afectan a los padres. "La llegada de un nuevo miembro rompe la estabilidad de la familia", indicó. Asimismo, da lugar en ocasiones a sentimientos ambivalentes. "Es normal que en algún momento del proceso los padres no sientan al hijo como suyo", señaló.

Con el objeto de afrontar toda esta serie de retos nace el servicio de postadopción, impulsado desde la asociación Aiba y la organización Fodesba.

Trabajar los vínculos

Maria Maimó Vaquer, de la Associació de Comares, enfatizó la necesidad de trabajar el vínculo entre padres e hijos, una tarea que no sólo se ciñe a los progenitores biológicos. "Hay que conocer al hijo mediante un lenguaje verbal y no verbal -recomienda olerlo, cantarlo o inspeccionarlo-, asegura.

"La constitución de vínculos previenen problemas el día de mañana y crean personas mucho más seguras e independientes", abunda.

Joana Maria Román, desde su posición de pediatra, recomendó "preparar una familia para un niño y no un niño para una familia".

Finalmente, Ramon Rotger, de Aiba, se congratuló de la puesta en marcha del servicio de postadopción porque "es un paso más a favor de estos padres".