El cambio climático desplazará la temporada alta turística fuera de los meses más tórridos del verano y concentrará la máxima actividad en las interestaciones, otoño y primavera, según un estudio del ministerio de Medio Ambiente que analiza los impacto de este fenómeno sobre el sector turístico.

El informe realizado por Águeda Esteban Talaya, Francisco López Palomeque y Eugeni Aguiló Pérez apunta también otro importante cambio en la demanda: "Los turistas modificarán su comportamiento disminuyendo la estancia media en cada destino, retrasando el momento de la decisión del viaje y cambiando la dirección de sus visitas hacia otros lugares, en el caso de los turistas residentes en el extranjero quedándose en sus propios países y para la demanda nacional con desplazamientos hacia las costas del norte o del interior", recoge el informe.

Nivel del mar

El espacio geográfico turístico sufrirá importantes impactos que pueden producir "alteraciones en sus ecosistemas" los cuales dejarían de reportar los beneficios sociales, económicos y ambientales disfrutados hasta la fecha. Además, señala, el aumento del nivel del mar amenazará la localización de determinados asentamientos y de sus infraestructuras, sobre todo en las zonas de litoral, mucho más vulnerables.

El estudio del Ministerio hace una especial mención a Balears al tratar el impacto del clima en las reservas de agua. "Se pueden producir, asegura, cambios en el ciclo hidrológico global, generando impactos importantes en la distribución y la disponibilidad del agua. La disminución de las reservas puede ocasionar problemas de funcionalidad o viabilidad económica en muchos espacios turísticos actuales, en especial los situados en el frente mediterráneo y en los archipiélagos balear y canario".

Crisis o desestacionalización

La repercusión más importante para el conjunto de la economía sería la disminución de los ingresos por turismo. El informe apunta hacia una previsible transformación de las condiciones económicas a medio y largo plazo y "en el peor de los escenarios, un progresivo cierre de establecimientos turísticos y no turísticos, incremento del desempleo y estrangulamiento económico de los destinos". Frente a esta previsión catastrofista, se apunta el efecto desestacionalizador que podría conllevar el aumento de las temperaturas. Más que un estrangulamiento económico del sector turístico se acabaría provocando un desplazamiento de la temporada y de la actividad económica al preferir los visitantes los meses de primavera y otoño.

En cuanto a los efectos trasversales, se apunta que el sector agrícola e industrial tendrá que flexibilizar la gestión de sus stocks para ajustarse a cambios imprevisibles.

En el sector financiero, y especialmente de los seguros, se augura el alumbramiento de productos específicos para atender pérdidas por situaciones climatológicas extremas, como ocurre en la agricultura. También habrá coberturas para turistas, como el seguro de anulación para resarcir al turista que finalmente ha anulado su viaje por las condiciones climatológicas, e incluso para compensarle una vez iniciado éste.

Además de los conflictos territoriales, el estudio plantea las rivalidades que pueden surgir por la captación de recursos públicos para hacer frente a los impactos del cambio climático. "Es muy probable que el cambio climático obligue a llevar a cabo significativas redistribuciones de recursos financieros públicos entre comunidades autónomas para hacer frente a estas situaciones, lo que también puede crear pugnas entre territorios".