Manuel Jalón puso en pie a todo un país acostumbrado a vivir de rodillas fregando suelos. Este ingeniero aeronáutico riojano ideó en 1956 la fregona, una de las ocurrencias nacionales más extendidas junto al Chupa-Chups, la boina, el futbolín o los cigarrillos, cuyo origen se remonta al siglo XVI, cuando los mendigos sevillanos comenzaron a aprovechar los desechos de las hojas de tabaco que llegaban de América

A lo largo del pasado año se tramitaron en España 5.648 solicitudes de invenciones para impedir el pirateo. De todas ellas, sólo una quinta parte recibirá el visto bueno de la Oficina Española de Patentes y Marcas como artículo realmente novedoso.

Si las estadísticas calibraran el talento de los habitantes de Balears, no podríamos más que sonrojarnos. La Comunidad contribuyó a la creatividad nacional con 85 peticiones de patentes o modelos de utilidad, sólo por encima de Extrenadura, Cantabria o La Rioja.

Una patente es un título que reconoce el derecho a explotar en exclusiva un artilugio o un procedimiento, impidiendo a otros su fabricación, venta o utilización sin consentimiento del autor. Los derechos que otorga duran veinte años, aunque para ello se requiere el pago de tasas anuales. El modelo de utilidad posee un menor rango inventivo que el de la patente y su validez se reduce a una década.

Los hallazgos locales

La indigencia imaginativa no ha impedido que a lo largo de los últimos cinco años el archipiélago diera a luz a más de medio centenar de hallazgos. Desde un dispositivo para visualizar el fondo marino en la cubierta de un barco hasta un sistema para elaborar sobrasada envasada en tripa recubierta de pimienta negra.

La Universitat de les Illes Balears constituye una de las principales fábricas de ideas. La UIB cuenta con 18 patentes concedidas y otras ocho en proceso de solicitud, explica Gemma Turnes, directora de la Oficina de Suport a la Recerca. La cifra puede parecer modesta pero no todas las investigaciones cuentan con una aplicación inmediata en la sociedad, y por tanto, no requieren de protección contra los plagiadores.

Además, los científicos prefieren divulgar sus investigaciones en revistas especializadas en vez de registrarlas. El trabajo publicado goza de mayor resonancia profesional y no exige el secretismo de las patentes, que hasta su concesión deben llevarse en sigilo para evitar su copia.

El equipo de investigación en litiasis renal, dirigido por el doctor Félix Grases Freixedas, destaca no sólo por el número de patentes, seis en total, sino por su aplicación. Algunos de los descubrimientos a cerca de los cálculos renales han sido cedidos para su explotación al laboratorio Authex.

No es el único. Los laboratorios Kin comercializan el blanqueador dental enzimático de los profesores Josep A. Tur, Pere Riutort y Antoni Pons.

Los investigadores mencionados constituyen el contrapunto a una Comunidad rácana en imaginación. El Estado otorgó el título de patente en 2004 a doce invenciones nacidas en el archipiélago; dos corresponden al ámbito de la mecánica, la calefacción y la iluminación; otras dós a la química; tres más a las técnicas industriales; y el resto a las "necesidades corrientes de la vida".

De acuerdo con las estadísticas que maneja el Gobierno central, la mitad de las solicitudes de patentes procede de empresas, el 38% de inventores y el resto de organismos públicos y universidades.

Resulta difícil disponer de datos exactos pero, aproximadamente, sólo entre un 2% y un 5% de los ingenios acaban por desarrollarse con fines económicos, como ocurre con el Chupa-Chups, la boina o la fregona.