La sección tercera de la sala de lo penal de la Audiencia Nacional ha sido categórica, al rechazar los métodos trapisondistas seguidos -a instancias de Garzón- para grabar y almacenar sin control alguno las conversaciones de presuntos terroristas, entre los cuales se cuenta Ahmed Brahim. Cabe resaltar que, pese a estas prevenciones, declara probada la existencia de "una célula terrorista islamista afín a la red de Al Qaeda". Además, otro de los pronunciamientos no es tan favorable al residente mallorquín, que deberá revisar su apelación a la tradicional hospitalidad islámica.

Brahim no podía negar la evidencia de que alojó en su lujoso ático del Paseo Marítimo a un hombre de la confianza absoluta de Bin Laden, el iraquí Mamdouh Mahmud Salim. Tampoco podía desmentir sus relaciones con El Tunecino, junto a cuyo nombre anotaba en su agenda las palabras "islamic friend". El suicida de Leganés está considerado el artífice de la matanza del 11-M, y no es descabellado imaginar que se cruzara en el edificio con otra vecina notable, Maria Antònia Munar. De hecho, algunos propietarios han destacado el constante tráfico de personas de rasgos árabes por el inmueble.

Para justificar sus atenciones a huéspedes de borrascosa biografía, Brahim se refugió en la hospitalidad a que le obligan las enseñanzas coránicas. Taysir Alony, el periodista de Al Jazeera condenado ahora por la Audiencia Nacional a siete años de cárcel, esgrimió el mismo argumento en el juicio a la célula terrorista española. El tribunal ha sido implacable con este argumento, que tacha de descabellado. Sobre el "hombre viajero y culto" ha recaído la sentencia proporcionalmente más dura, lo cual remarca el escaso crédito de su coartada.

En la apreciación de las cintas, la Audiencia Nacional establece una distinción entre "prueba" -valor que niega a las escuchas telefónicas- y "fuente de prueba", de menor entidad. De acuerdo con esta doctrina, "el tribunal sólo valorará el contenido de las conversaciones cuando las mismas hayan sido reconocidas por los procesados a presencia judicial o su contenido quede acreditado por otros medios probatorios, como son las declaraciones testificales".

La mayor paradoja de las conversaciones grabadas a Brahim es que, en una parte importante de ellas, el integrista solicitaba cintas magnetofónicas vírgenes. Con ese material, pretendía difundir su visión radical del Islam. Las enseñanzas que inspiraron el 11-S y el 11-M llegaron a Occidente a través de Mallorca. La primera sentencia sobre ambas masacres también pasa por la isla.