"Salió de un club nocturno, hizo un giro incorrecto y lo paramos. Nos informó, casi sin poder hablar, de que iba a buscar la documentación en el maletero; cogió la botella de aceite de motor y le pegó un trago". Así lo relataba uno de los agentes de la Guardia Civil de Tráfico que ha vivido todo tipo de anécdotas mientras realizaba su trabajo. "Desde luego que el aceite no le hizo efecto, la máquina marcó 0,9 por litro de aire espirado mientras que el máximo permitido es de 0'25".

Aún son muchos los conductores que creen que hay métodos para combatir un posible positivo en un control de alcoholemia. Algunos apuestan por los granos de café, algo menos original que el aceite. Aunque hay quien confía en la pastillita de 'álmax', los caramelos de menta o la pasta de dientes. Incluso algunos creen en que el autoventilarse puede servir de algo. La mayoría de agentes lo califican de leyendas urbanas. Ninguna de esas técnicas es efectiva, por el momento.

La noche del pasado viernes fue escenario de uno de los grandes dispositivos de control de alcoholemia que ya se venían anunciando desde la Dirección General de Tráfico. El lugar elegido, la autopista cercana al centro comercial de Porto Pí. Los conductores pasaban estupefactos por el gran número de agentes que reducían a uno el número de carriles para salir del hoyo, aunque sólo algunos fueron los elegidos.

Normalmente, en un control de esas características, se llegan a parar una media de 100 coches y se dan unos ocho o diez casos positivos. "Hay gente que se lo toma con tranquilidad y otros que se ponen bordes", aseguró un sargento de la Guardia Civil que lleva más de siete años en la profesión. Además, "los que dan positivo insisten en que sólo han tomado una o dos copas y, por el resultado de la prueba, es imposible".

El paseo Marítimo de Palma es una de las zonas preferidas para la práctica del 'botellón'. Centenares de jóvenes se acercan con sus bolsas del super cargadas de alcohol para animarse y seguir la fiesta por los bares y discotecas de la zona, donde el precio de las bebidas es excesivamente caro.

Algunos de los que el viernes regresaban para curar la resaca se vieron sorprendidos por el control y tuvieron que atender al ritual del etilómetro evidencial: "Rompa el plástico, meta la parte más pequeña de la boquilla en la máquina y sople hasta que yo le diga". Pocos son los que se niegan a seguir las indicaciones de los agentes, aunque los conductores ebrios intentan hacer las mil y una para que el aparato deje de funcionar.

Carmen Bello viajaba el viernes en uno de los coches afortunados. Su amigo no había bebido y aseguró que "nunca lo hacemos si tenemos que conducir porque necesitamos el carnet para ir a trabajar. Preferimos coger un taxi aunque en la zona del paseo Marítimo son insuficientes en las horas puntas".

La ruta del borracho

Javier García tuvo la suerte de ser también el acompañante en uno de los vehículos porque asegura que "a veces he conducido bebido. Sé que me la juego pero creo que lo de la multa es un poco excesivo. Siempre que puedo evito los controles". Los agentes pararon también a un grupo de jóvenes, ejemplo a seguir. Maria Jesús García, la conductora de este vehículo, afirmó que "se tendrían que hacer controles por la ruta del borracho", es decir, por los caminos secundarios que utilizan los conductores con una copa de más con el fin de evitar una multa y la posible retirada de carnet. Una de las amigas de la conductora que se encontraba en el vehículo, Raquel Torres, afirmó que cada fin de semana se turnan para conducir. Además añadió que "no queremos que quiten el botellón del paseo Marítimo. La solución está en que pongan más contenedores".

El dispositivo del pasado viernes se saldó con la detención de unas cinco personas por dar positivo en el control de alcoholemia. Las multas, las cuáles oscilan entre los 450 y los 600 euros, pueden ir acompañadas de la retirada de carnet durante el plazo de uno a tres meses.

Durante este mes, la Jefatura Provincial de Tráfico seguirá realizando numerosos controles de alcoholemia durante unas horas y unos lugares no habituales hasta el momento, como son las autopistas o las vías rápidas. Seguidamente, durante el próximo mes de agosto, se intensificarán los controles radares para detectar excesos de velocidad. De esta manera se intentará reducir el número de siniestros mortales que cada año se producen como consecuencia del exceso de velocidad y la conducción bajo los efectos del alcohol, principales causas de mortalidad registradas este año.

La Guardia Civil insiste en que no se trata de controles con afán recaudatorio sino más bien para concienciar a los conductores.