La asamblea de ayer resultó ser lo relajada que era de prever. Despejada la existencia de todo contrincante, la reelección de Pedro Cañellas al frente de la federación era segura y no había tensiones. Alrededor de doscientos hoteleros asistieron al acto, y tras cumplimentar con lo que marcan los estatutos, la terraza del hotel Palas Atenea permitió a los asistentes reencontrarse y conversar sobre los temas que les son comunes durante el cóctel previo a la cena.

Todos comentaban lo difíciles que están las cosas para la industria, tema que comienza a ser demasiado frecuente, pero lo insólito de la situación es que las dificultades a las que aludían se refieren a este mismo julio, mes que tradicionalmente obliga a colgar el cartel de completo en la isla. Este año el negocio va incluso algo peor, y algunos hoteleros han confirmado que agosto sigue en el aire aunque aseguran que habrá un lleno total con las ventas de última hora.

Lejos de mostrarse derrotados, varios empresarios se han mostrado muy esperanzados con el futuro inmediato, aunque admiten que habrá que ponerse las pilas y salir a vender el producto al exterior, pero con más decisión para poder hacer frente a la creciente competencia de los nuevos países turísticos.

El tema de Rasputín aparecía también en las tertulias, aunque a sotto voce, porque no se trataba de poner patas arriba una velada que era de compañerismo y de distensión.