No parecía ser Costa Nord el lugar idóneo para presentar la fundación verde del Govern, y no por ser un local desagradable, sino porque si se combinan escasa superficie con una alta cifra de invitados, el tándem puede dar lugar al fracaso.

La presentación causó estrecheces a quienes se aventuraron a presenciarla y todos sin excepción pasaron calor, ya sea por la vestimenta poco adecuada para una tarde de verano -el sinsentido de los trajes oscuros en pleno julio- o por las consecuencias de un día político de alto voltaje.

La convocatoria de la conselleria de Turismo no pasó desapercibida pese a lo apurado de la misma -las invitaciones llegaron sólo dos días antes- y acudieron casi todos los invitados, básicamente empresarios y profesionales del turismo y de las entidades crediticias que han pasado a ser los patronos de la fundación. Los que se dedican a la hostelería estaban más preocupados por la marcha del negocio que por la dimisión del día, renuncia que no resultaba bien comprendida porque no se la considera un hecho punible. Lo que para el sector es de juzgado de guardia es la situación de las ventas, con un julio que no despega, un agosto que promete overbooking y un septiembre tan incógnito que les hace temblar.

En lo que sí parece haber consenso es que costará bastante venderle a los turistas algún artilugio de la fundación, "porque si se roban las toallas del hotel y se las llevan a casa, mira tú si habrá posibilidad de venderles alguna".