¿Listas abiertas o cerradas? La militancia prefirió listas abiertas, como defendían desde el principio los oficialistas, confiando en tener la mayoría, como ocurrió. Demostrando más pericia en estas artes, estos últimos se presentaron por si acaso con una lista cerrada, con sus siete candidatos, para distinguir a los suyos entre los más despistados. En la parte trasera, su programa, que incluía el impulso de "la necesaria renovación".

Más complicado resultó resolver la paridad. Se presentaron 16 candidatos, de los que sólo cinco eran mujeres. No se obligaba al voto paritario, cada cual votaba a la persona preferida, sin distinción de sexo. Si del recuento final, resultaba una selección no paritaria, se pensó en aplicar una fórmula correctora de discriminación positiva en favor del sexo desfavorecido. No hizo falta. De los siete puestos de la gestora, cuatro los coparon mujeres por los votos: Nanda Ramon, Antonina Ferrà, Joana Luïsa Mascaró y Bárbara Bujosa. La única fémina que no entró fue la renovadora Catalina Bonnin, quien, no obstante, cosechó 105 apoyos.