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De viaje por la España vaciada

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Algunos de los mejores manjares gastronómicos y productos artesanos de nuestro país se producen en sus zonas menos pobladas. Para disfrutarlos, aventúrese en un viaje en coche por la España vaciada o descubra Correos Market, el mercado de los productores rurales.

Muchos de los pueblos de la España vaciada son antropología pura y albergan joyas culturales, históricas, gastronómicas y naturales únicas

En nuestro país encontramos una de las zonas más deshabitadas del mundo. Incluye localidades de Zaragoza, Teruel, Guadalajara y Soria, pero también de Burgos, Segovia, Extremadura y un largo etcétera. En realidad se trata de un territorio rural sin límites geográficos muy claros en el que el censo lleva décadas menguando.

Esta condición hace que se hable también de la España vaciada, no vacía, pues el participio pone el acento en la acción. Belchite, Samper de Calanda, Calamocha, Sigüenza, Cercedilla o Talavera de la Reina son pueblos que se han ido “vaciando” de pobladores en un éxodo masivo hacia las ciudades. Pero frente a esta fuerte inercia, hay productores y artesanos que se quedan, ponen en valor el medio rural y se alzan como impulsores de su territorio.

Todos ellos coinciden en destacar el sosiego y la tranquilidad del entorno, la oportunidad de criar a sus hijos de un modo más auténtico, de vivir de una vocación o de seguir la tradición familiar… pero es que además muchos de los núcleos de la España vaciada son antropología pura y albergan joyas culturales, históricas, gastronómicas y naturales que bien valen un viaje por carretera con paradas en cada uno de ellos.

Viejos oficios, nuevos tiempos

El punto de partida perfecto para este “road trip” se sitúa a 49 Km de Zaragoza. Se trata de Belchite, donde las ruinas del “Pueblo viejo”, vestigio de la Guerra Civil, resisten como símbolo histórico y reclamo turístico para curiosos y, también, amantes de lo paranormal. Pero unos metros más allá está el “Pueblo nuevo”, donde se trasladó la población, y que lleva años siendo azotado por la emigración y el envejecimiento. Esta es la otra batalla de Belchite, la demográfica.

De los 15 municipios que forman esta comarca el más poblado es Belchite y no llega a los 1.700 empadronados, lo que da idea del desierto demográfico en el que nos encontramos. Dos de estas vecinas son Sandra y Nuria Jaime, cuarta generación al frente de una almazara de 1879. Sus aceites de oliva saben y huelen a tradición, pero también a economía, empleo y futuro en el entorno rural, lo que demandan los vecinos de la España vaciada.

Si hay un epicentro de esta España ese es Teruel y por ello este viaje, en el espacio y casi casi en el tiempo, debe detenerse en esta provincia. En concreto, en Samper de Calanda, municipio medieval de un millar de habitantes. Probablemente el nombre de la localidad, a poco más de media hora en coche de Belchite, les lleve de inmediato a pensar en el melocotón de Calanda, la fruta con Denominación de Origen que nace de la misma tierra que alumbró a Luis Buñuel, pero en su paso por el Bajo Aragón no pueden dejar de probar también sus afamados quesos y vinos, como los que la familia Fandos produce artesanalmente desde hace casi medio siglo.

Con las “alforjas” llenas de historia y de sabores seguimos el recorrido por la comunidad de Aragón hasta hacer parada en la próxima Calamocha. Algunos de los lugares más emblemáticos de esta localidad pueden encontrarse en la ribera del río Jiloca, que da nombre a la comarca, tales como el puente romano, construido en el siglo I d.C., el lavadero de lanas o la fábrica de mantas. Calamocha, con sus 4.000 habitantes, sigue teniendo un notable sector industrial y allí han prosperado negocios como el de Ángel Marzo, que realiza cotizados muebles artesanales a partir de maderas nobles. Además, este núcleo es también uno de los principales productores del jamón D.O. Teruel, así que aprovechen la parada para degustar las viandas de la zona.

De nuevo al volante, 145 Km nos separan de nuestro próximo destino, la sorprendente Sigüenza, en Guadalajara. La noble villa castellana, con una población similar a la de Calamocha, brilla en el mapa gastronómico español (con sus dos estrellas Michelín) y también en el de la alimentación ecológica. Ejemplo de ello es Carlos Moreno que se dedica de manera artesanal a la elaboración de harinas de espelta de alta calidad molturadas en molinos de piedra. Su proyecto destaca en un entorno de gran riqueza monumental: pasear por las calles de Sigüenza, conocer su Plaza Mayor, la catedral o el castillo, residencia de los obispos hasta el siglo XIX y hoy convertido en Parador de turismo, es como viajar directamente a la Edad Media. Y qué decir de la naturaleza que rodea la localidad: el Barranco del Río Dulce es una auténtica maravilla que muestra en otoño su mejor cara.

Con esta época del año llega también el espectáculo de colores a la Sierra de Guadarrama. Por eso, es una magnífica oportunidad para disfrutar de Cercedilla, a escasas dos horas por carretera de Sigüenza. Cálcense las botas y anímense a dar una buena caminata, bien sea en forma de exigente ascenso a las montañas o de paseo por las callejuelas estrechas de su casco urbano. Increíbles son sus puentes romanos y, como no, sus ricos productos locales, como los panes artesanales que elaboran Diego Aranda y Raúl Cobo, o los deliciosos quesos y yogures que ofrece la granjera Fernanda Freitas, pionera en agricultura biodinámica en la zona.

Nuestro recorrido por la España vaciada llega a su fin en Talavera de la Reina (Toledo). Bien conocida por su cerámica, declarada Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, esta localidad es otro lugar idóneo para degustar los sabores de antes o de ver con nuestros propios ojos el trabajo de artesanos como David Correa, un joven herrero que investiga y elabora trabajos en metal para que este oficio no languidezca al igual que muchas tradiciones y pueblos.

#YoMeQuedo

Como vemos, la España vaciada tiene mucho que ofrecer. Igualmente, sus vecinos, que encuentran en diferentes oficios, muchas veces heredados de generaciones pretéritas, la manera de sobrevivir en un mundo cada vez más acelerado.

El creciente gusto por la calidad, lo artesano y tradicional, así como la utilización de las redes sociales o el comercio electrónico para promocionarse y vender sus productos juega a su favor. A los productores ya no les hace falta estar en una gran ciudad para que sus productos lleguen a cualquier rincón; y los compradores pueden recibir en sus casas y a golpe de clic el mejor aceite, queso o mueble artesanal.

Así lo demuestra Correos Market, el mercado online de Correos. La empresa estatal de mensajería, comprometida con el reto demográfico de la España vaciada, lanzó hace unos meses esta plataforma, que ahora da a conocer con la campaña #YoMeQuedo. En ella, los protagonistas son Sandra y Nuria, de Belchite; Ángel, de Calomocha; Carlos, de Sigüenza… personas reales que ponen cara y voz a los más de 150 productores y artesanos que ya ofrecen sus referencias (más de 1000) en Correos Market, dando una salida comercial a la esencia y tradición de su tierra y ancestros.