Doce meses: Hablamos con el Dr. Angel Charte González :: Prensa Ibérica

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Hablamos con el Dr. Angel Charte González

Dr. Angel Charte González

Jefe Departamento de Medicina Interna Hospital Universitari Dexeus en Barcelona

¿Desde cuándo trabaja usted en medicina interna? ¿Por qué eligió dedicarse a la medicina y, en concreto, elegir esta especialidad?

Creo que la medicina interna es la esencia pura entre enfermo, patología y resolución. La verdad es que me interesó ser internista porque era una especialidad que engloba al enfermo multidisciplinar y pluripatológico, y después de tantos años estoy muy orgulloso de ser internista.

En estos días se cumple un año de los primeros casos de coronavirus, una infección que al principio muchos asimilaban a la gripe. ¿Cuándo se dio cuenta usted de que estábamos ante una amenaza más seria?

No podíamos imaginar lo que iba a suceder cuando inició la pandemia. No teníamos experiencias recientes, excepto con el SARS, que fue de una gravedad menor a lo que se esperaba. Este hecho dio que pensar que el COVID19 tendría una evolución similar y nos equivocamos; la gran transmisibilidad del virus, su comportamiento y no haber tomado las medidas preventivas después del brote italiano hizo que la dimensión fuera mucho mayor de lo esperado.
En cuanto sufrimos la llegada del virus a nuestro país y a nuestro centro hospitalario fue cuestión de segundos darnos cuenta de la gravedad extrema de la situación y lo que comportaría.

Doce meses más tarde y tres olas después, ¿cuál es la situación en su hospital?

Seguimos con una carga asistencial elevada, pero ahora es hasta más complejo, porque ahora en los hospitales ingresamos pacientes COVID y pacientes no COVID, por lo que lo que tenemos que diferenciar bien a nuestros equipos y crear nuevos sistemas de rotación que requiere mucho trabajo. Las urgencias también han vuelto un poco a la normalidad, volviendo a los números y patologías de siempre, pero manteniendo los circuitos establecidos en picos para prevenir posibles colapsos. Las consultas externas siguen realizando el soporte asistencial, ya sea presencial o telemático, de todos nuestros pacientes, manteniendo también los controles Covid de pruebas y altas en planta. Lo importante es que hemos aprendido mucho de lo sucedido y ahora en cuestión de minutos estamos preparados para organizarnos y coordinarnos, podemos tener una previsión de cómo evolucionaran las cosas y eso nos permite anticiparnos. Tenemos un mejor conocimiento del virus, de su forma de transmisión, mayor experiencia en la terapéutica del cuadro clínico y una gran esperanza de que la vacuna permita un aplanamiento de la curva y que poco a poco se vuelva a la normalidad, aun sabiendo que el coronavirus permanecerá y serán necesarias medidas preventivas periódicas por un largo tiempo.

Sin duda uno de los eslabones fundamentales en la lucha frente a la Covid-19 es Medicina Interna. ¿Podría explicarnos a qué se dedican los internistas y qué papel están desempeñando desde el inicio de la pandemia?

Los internistas prestamos una atención integral a los problemas de salud, orientamos el diagnóstico y planteamos las exploraciones complementarias a seguir para solucionarlos, lo hacemos de forma coordinada con los servicios hospitalarios, con la atención primaria y sociosanitaria.
Somos el médico de cabecera en los centros hospitalarios atendiendo las urgencias y coordinando las necesidades del paciente en el centro, llevando la hospitalización de los enfermos COVID junto con los demás pacientes afectos de enfermedades crónicas multisistémicas, enfermedades cardiovasculares, enfermedades autoinmunes sistémicas, enfermedades raras y pacientes donde el envejecimiento es un factor más de enfermedad.
Otras funciones importante son la de consultor de otras enfermedades médicas y quirúrgicas y hospitalista de algunas de ellas, como traumatología, cirugía…
Durante la pandemia se ha visualizado el papel coordinador y la capacidad de adaptación a las nuevas demandas. Se ha reforzado el papel de líder en los equipos multidisciplinarios y el gran conocimiento en las afecciones multisistémicas.

En su caso personal, ¿cómo recuerda los primeros días, los primeros ingresos por Covid? ¿Cómo es enfrentarse a una enfermedad tan desconocida y cuáles eran sus principales miedos y temores?

Los primeros días de la pandemia fueron de incerteza, incluso de miedo, el desconocimiento era inquietante. Estábamos ante un proceso desconocido en el que trabajábamos sin evidencia científica, nos creaba mucha inseguridad y no podíamos establecer un pronóstico, lo que ocasionaba informaciones contradictorias. Todo esto añadiéndole el altísimo riesgo de contagio que te obligaba a ir con la máxima precaución, el aislamiento que impedía el contacto directo con la familia, ver el dolor y el miedo en los ojos de tus pacientes, de tus compañeros, al mismo tiempo que empezábamos a utilizar nuevos métodos tecnológicos de la comunicación que eran el mejor recurso en ese momento.

¿A cuántos pacientes atienden habitualmente y cómo aumentó esta cifra en los peores momentos?

En los días más duros de marzo llegamos a tener más de 200 pacientes ingresados con Covid, sin contar los pocos enfermos que teníamos con otras patologías. En las urgencias solo atendíamos a Covid, parecía que las otras enfermedades hubieran desaparecido, no entraban más que positivos. En nuestras consultas externas nos encargamos de hacer los seguimientos al alta de pacientes COVID y control de pacientes positivos en confinamiento domiciliario, además de seguir tratando en periodos de confinamiento a todos los pacientes con patología no Covid que seguían necesitando asistencia médica. El conocimiento del virus ahora nos da una agilidad en diagnóstico y efectividad en el tratamiento.

¿Cómo se transformó su servicio y se organizaron para dar respuesta a la ingente demanda asistencial?

Nuestro servicio se tuvo que reorganizar de arriba abajo. A nivel de urgencias se tuvo que crear nuevos equipos, reorganizar el sistema interno de boxes, triaje y aislamientos, y sobre todo hacer circuitos bien diferenciados. La coordinación entre urgencias, planta y UCI tenía que ser excelente. A nivel de hospitalización se tuvo que contratar a personal extra, rehacer equipos y turnos diarios, administrar eficientemente material fundamental de protección (cuando estábamos desabastecidos a nivel estatal y mundial), se hacían reuniones prácticamente cada hora para adecuarnos a todos los updates de medicina que iban saliendo sobre el Covid19 y se creó un comité de coordinación y protocolos de atención al paciente con probable COVID, con COVID, postCOVID y COVID persistente. En las consultas se pasó todo a telemático y se dio asistencia Covid y no Covid a todos los pacientes que lo necesitaban, haciendo seguimientos y dando soporte a las urgencias y a la planta. Fueron días complicados pero la unión del equipo, la colaboración con el hospital y el respaldo del grupo Quirónsalud fue lo que nos permitió a asumir con éxito la carga asistencial.

En concreto, ¿qué sacrificios ha tenido que hacer usted? Y, ¿qué ha sido lo más difícil y también lo más gratificante a lo qué ha tenido que enfrentarse en el último año?

Cuando se actúa de líder de un grupo se debe establecer un plan de acción consensuado con la dirección del hospital, en este caso era difícil establecerlo debido al gran desconocimiento que teníamos de la transmisión del virus y de las pautas terapéuticas, ante una enfermedad de evolución caprichosa que en poco tiempo pasaba a ser crítica. Siempre lo más difícil es coordinar y disponer de medios humanos y materiales. Lo más gratificante ha sido ver la pasión de los profesionales y trabajadores para dar respuesta a las necesidades del momento.

Durante mucho tiempo los ciudadanos salieron a sus ventanas y balcones a las 20:00 para agradecer la labor de los sanitarios, se les llamó héroes, recibieron el Princesa de Asturias de la Concordia… ¿compensa? ¿cómo recibió usted este calificativo y reconocimientos?

Las muestras de reconocimiento, aunque siempre se agradecen en medicina, el mayor reconocimiento es cuando el problema de salud está resuelto. Personalmente, los aplausos ayudan pero lo más importante es el reconocimiento de la responsabilidad y la ayuda con medios técnicos y personal sanitario. El premio Princesa de Asturias ayuda al reconocimiento profesional de los sanitarios y ha de ser extensivo a todo el personal relacionado con el mundo de la medicina (camilleros, limpieza, auxiliares, enfermeras, administración...). En cuanto a lo que a mí se refiere, no soy un gran amante de los premios. El único que necesito es la curación del enfermo… ese es mi premio.

Pero tras la primera ola, llegó una segunda, una tercera... ¿Cómo ha evolucionado el estado de ánimo y las fuerzas del personal hasta llegar al momento actual?

Después de la primera ola lo más importante fue dar mensajes de prevención; uso de mascarillas homologadas, ventilación, recomendaciones de higiene, consejos y situaciones a evitar… Muchos mensajes que no se cumplieron por una parte de la población, creando así desánimo entre los profesionales sanitarios y avecinando próximas olas. Y llegaron, con el factor añadido del equilibrio entre economía y salud, causa de divergencias políticas. El personal sanitario sigue al pie del cañón y no se rendirá pero estamos agotados física y psíquicamente. El soporte psicológico es muy importante.

Y aplicado al paciente, ¿qué cambios han visto, tanto en sus perfiles, evolución…?

El cuadro clínico del paciente se ha ido tipificando y ya tenemos un gran conocimiento de la afección multisistémica, conocemos los pródromos, las manifestaciones sistémicas, los signos y síntomas que indican una mayor gravedad, y conocemos un mejor uso de los fármacos como la Dexametasona, Remdensivir y Tocilizumab, así como unas mejores pautas de ventilación, reduciendo todo ello la mortalidad y el ingreso en las UCI.

Además, no podemos olvidar que se trata de una enfermedad deshumanizada, en tanto que viene acompañada de soledad, aislamiento… ¿Cómo han vivido esta cuestión?

Después de años de humanización en los hospitales, la pandemia ha obligado a dar pasos atrás. El aislamiento estricto de los pacientes los ha alejado de sus familiares dando lugar a una soledad en medio del sufrimiento, mitigado en parte por las nuevas tecnologías de la comunicación pero no supliendo la necesidad del contacto personal. El personal sanitario ha tenido un papel muy importante con los pacientes de apoyo y cariño, lo que ha dejado historias de los mayores gestos de humanización posibles. Otro factor importante es la falta de acompañamiento en la muerte.

Ahora, parece que la curva epidemiológica se está doblegando y la tercera ola empieza a remitir pero, ¿y luego?, ¿puede hacer un pronóstico?

Las medidas preventivas tomadas han hecho disminuir la curva epidemiológica. Sin embargo, el coronavirus y sus variantes están presentes en la comunidad, por lo que las medidas deben continuar y junto con el aumento de la temperatura ambiental irá descendiendo llegando a cotas bajas en junio y julio. Si la vacunación poblacional es de más de un 70 por ciento es posible que no haya una nueva ola en otoño, pero las medidas preventivas deberán seguir por un tiempo.

¿Qué ha significado la llegada de las vacunas?

Las vacunas han demostrado la capacidad tecnológica de la industria farmacéutica i la importancia de la investigación. La vacuna será el mejor método preventivo, disminuirá la casuística y mejorará el pronóstico de los enfermos COVID. Esto se debe transmitir a la población para conseguir que se vacune la mayoría, porque no se trata de no infectarse sino de romper la cadena de transmisión y evitar que otros se infecten.

¿Cómo le ha cambiado la vida personal y laboral esta crisis sanitaria?

La pandemia ha cambiado mi vida personal, mis relaciones sociales, los contactos familiares, los viajes y planes a largo plazo, y nos ha colocado la palabra muerte en el horizonte, ya que a cualquiera de nosotros se puede ver afectado por esta enfermedad. Ha sido un antes y un después en mi vida, bueno, imagino que en la vida de todo el mundo. Estamos cansados, necesitamos volver a nuestras vidas de antes, necesitamos volver a la tranquilidad y dejar de vivir con miedo y alejados del mundo. Está claro que ahora por ahora esto es lo que debemos hacer pero el ansia de “normalidad” lo tenemos todos.
A nivel laboral también ha sido todo un cambio organizativo y tecnológico, hemos tenido que adaptarnos a las consecuencias del COVID y aplicarlo en todos los campos. Nos ha enseñado mucho, del carácter de la enfermedad, cómo afecta y cómo se trata, pero también nos ha enseñado mucho a valorar, a creer y tener fe, a esforzarse y a estar unidos. De todo lo malo se sacan aprendizajes y lo importante es transformar todo eso y aplicarlo en el futuro para dar un servicio del nivel que nuestros pacientes se merecen.