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Murphy Brown
Ver galería >Una de las cosas que más me gusta de trabajar en la redacción del diario es tirar de hemeroteca y volver a ver ediciones o fotos antiguas de compañeros como Frau, Torelló o Soler. En la observación de esas imágenes nos damos cuenta de la evolución que ha vivido la isla, cambios enormes en relativamente poco tiempo. No siempre hemos evolucionado para bien, y si no que se lo digan a los miles de conductores que se pelean cada día con el carril VAO y ahora con las obras del Paseo Marítimo. Lo que está claro es que si no cambiamos, pasamos de ser un mueble de colección a un trasto con olor a rancio y naftalina.
Murpy Brown
Una de las cosas que más me gusta de trabajar en la redacción del diario es tirar de hemeroteca y volver a ver ediciones o fotos antiguas de compañeros como Frau, Torelló o Soler. En la observación de esas imágenes nos damos cuenta de la evolución que ha vivido la isla, cambios enormes en relativamente poco tiempo. No siempre hemos evolucionado para bien, y si no que se lo digan a los miles de conductores que se pelean cada día con el carril VAO y ahora con las obras del Paseo Marítimo. Lo que está claro es que si no cambiamos, pasamos de ser un mueble de colección a un trasto con olor a rancio y naftalina.
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Una de las cosas que más me gusta de trabajar en la redacción del diario es tirar de hemeroteca y volver a ver ediciones o fotos antiguas de compañeros como Frau, Torelló o Soler. En la observación de esas imágenes nos damos cuenta de la evolución que ha vivido la isla, cambios enormes en relativamente poco tiempo. No siempre hemos evolucionado para bien, y si no que se lo digan a los miles de conductores que se pelean cada día con el carril VAO y ahora con las obras del Paseo Marítimo. Lo que está claro es que si no cambiamos, pasamos de ser un mueble de colección a un trasto con olor a rancio y naftalina.
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Una de las cosas que más me gusta de trabajar en la redacción del diario es tirar de hemeroteca y volver a ver ediciones o fotos antiguas de compañeros como Frau, Torelló o Soler. En la observación de esas imágenes nos damos cuenta de la evolución que ha vivido la isla, cambios enormes en relativamente poco tiempo. No siempre hemos evolucionado para bien, y si no que se lo digan a los miles de conductores que se pelean cada día con el carril VAO y ahora con las obras del Paseo Marítimo. Lo que está claro es que si no cambiamos, pasamos de ser un mueble de colección a un trasto con olor a rancio y naftalina.
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Una de las cosas que más me gusta de trabajar en la redacción del diario es tirar de hemeroteca y volver a ver ediciones o fotos antiguas de compañeros como Frau, Torelló o Soler. En la observación de esas imágenes nos damos cuenta de la evolución que ha vivido la isla, cambios enormes en relativamente poco tiempo. No siempre hemos evolucionado para bien, y si no que se lo digan a los miles de conductores que se pelean cada día con el carril VAO y ahora con las obras del Paseo Marítimo. Lo que está claro es que si no cambiamos, pasamos de ser un mueble de colección a un trasto con olor a rancio y naftalina.
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Una de las cosas que más me gusta de trabajar en la redacción del diario es tirar de hemeroteca y volver a ver ediciones o fotos antiguas de compañeros como Frau, Torelló o Soler. En la observación de esas imágenes nos damos cuenta de la evolución que ha vivido la isla, cambios enormes en relativamente poco tiempo. No siempre hemos evolucionado para bien, y si no que se lo digan a los miles de conductores que se pelean cada día con el carril VAO y ahora con las obras del Paseo Marítimo. Lo que está claro es que si no cambiamos, pasamos de ser un mueble de colección a un trasto con olor a rancio y naftalina.
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Una de las cosas que más me gusta de trabajar en la redacción del diario es tirar de hemeroteca y volver a ver ediciones o fotos antiguas de compañeros como Frau, Torelló o Soler. En la observación de esas imágenes nos damos cuenta de la evolución que ha vivido la isla, cambios enormes en relativamente poco tiempo. No siempre hemos evolucionado para bien, y si no que se lo digan a los miles de conductores que se pelean cada día con el carril VAO y ahora con las obras del Paseo Marítimo. Lo que está claro es que si no cambiamos, pasamos de ser un mueble de colección a un trasto con olor a rancio y naftalina.
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Una de las cosas que más me gusta de trabajar en la redacción del diario es tirar de hemeroteca y volver a ver ediciones o fotos antiguas de compañeros como Frau, Torelló o Soler. En la observación de esas imágenes nos damos cuenta de la evolución que ha vivido la isla, cambios enormes en relativamente poco tiempo. No siempre hemos evolucionado para bien, y si no que se lo digan a los miles de conductores que se pelean cada día con el carril VAO y ahora con las obras del Paseo Marítimo. Lo que está claro es que si no cambiamos, pasamos de ser un mueble de colección a un trasto con olor a rancio y naftalina.
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Una de las cosas que más me gusta de trabajar en la redacción del diario es tirar de hemeroteca y volver a ver ediciones o fotos antiguas de compañeros como Frau, Torelló o Soler. En la observación de esas imágenes nos damos cuenta de la evolución que ha vivido la isla, cambios enormes en relativamente poco tiempo. No siempre hemos evolucionado para bien, y si no que se lo digan a los miles de conductores que se pelean cada día con el carril VAO y ahora con las obras del Paseo Marítimo. Lo que está claro es que si no cambiamos, pasamos de ser un mueble de colección a un trasto con olor a rancio y naftalina.
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Una de las cosas que más me gusta de trabajar en la redacción del diario es tirar de hemeroteca y volver a ver ediciones o fotos antiguas de compañeros como Frau, Torelló o Soler. En la observación de esas imágenes nos damos cuenta de la evolución que ha vivido la isla, cambios enormes en relativamente poco tiempo. No siempre hemos evolucionado para bien, y si no que se lo digan a los miles de conductores que se pelean cada día con el carril VAO y ahora con las obras del Paseo Marítimo. Lo que está claro es que si no cambiamos, pasamos de ser un mueble de colección a un trasto con olor a rancio y naftalina.
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Una de las cosas que más me gusta de trabajar en la redacción del diario es tirar de hemeroteca y volver a ver ediciones o fotos antiguas de compañeros como Frau, Torelló o Soler. En la observación de esas imágenes nos damos cuenta de la evolución que ha vivido la isla, cambios enormes en relativamente poco tiempo. No siempre hemos evolucionado para bien, y si no que se lo digan a los miles de conductores que se pelean cada día con el carril VAO y ahora con las obras del Paseo Marítimo. Lo que está claro es que si no cambiamos, pasamos de ser un mueble de colección a un trasto con olor a rancio y naftalina.
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Una de las cosas que más me gusta de trabajar en la redacción del diario es tirar de hemeroteca y volver a ver ediciones o fotos antiguas de compañeros como Frau, Torelló o Soler. En la observación de esas imágenes nos damos cuenta de la evolución que ha vivido la isla, cambios enormes en relativamente poco tiempo. No siempre hemos evolucionado para bien, y si no que se lo digan a los miles de conductores que se pelean cada día con el carril VAO y ahora con las obras del Paseo Marítimo. Lo que está claro es que si no cambiamos, pasamos de ser un mueble de colección a un trasto con olor a rancio y naftalina.
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Una de las cosas que más me gusta de trabajar en la redacción del diario es tirar de hemeroteca y volver a ver ediciones o fotos antiguas de compañeros como Frau, Torelló o Soler. En la observación de esas imágenes nos damos cuenta de la evolución que ha vivido la isla, cambios enormes en relativamente poco tiempo. No siempre hemos evolucionado para bien, y si no que se lo digan a los miles de conductores que se pelean cada día con el carril VAO y ahora con las obras del Paseo Marítimo. Lo que está claro es que si no cambiamos, pasamos de ser un mueble de colección a un trasto con olor a rancio y naftalina.
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Una de las cosas que más me gusta de trabajar en la redacción del diario es tirar de hemeroteca y volver a ver ediciones o fotos antiguas de compañeros como Frau, Torelló o Soler. En la observación de esas imágenes nos damos cuenta de la evolución que ha vivido la isla, cambios enormes en relativamente poco tiempo. No siempre hemos evolucionado para bien, y si no que se lo digan a los miles de conductores que se pelean cada día con el carril VAO y ahora con las obras del Paseo Marítimo. Lo que está claro es que si no cambiamos, pasamos de ser un mueble de colección a un trasto con olor a rancio y naftalina.
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Una de las cosas que más me gusta de trabajar en la redacción del diario es tirar de hemeroteca y volver a ver ediciones o fotos antiguas de compañeros como Frau, Torelló o Soler. En la observación de esas imágenes nos damos cuenta de la evolución que ha vivido la isla, cambios enormes en relativamente poco tiempo. No siempre hemos evolucionado para bien, y si no que se lo digan a los miles de conductores que se pelean cada día con el carril VAO y ahora con las obras del Paseo Marítimo. Lo que está claro es que si no cambiamos, pasamos de ser un mueble de colección a un trasto con olor a rancio y naftalina.
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