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Yo no sé vosotros, indiscretos, pero a mí me ha dado un vuelco el corazón al mirar el calendario y ver que esto se acaba —no el mundo, aunque a veces lo parezca o incluso deseemos la extinción de la humanidad—, sino el año. Dos semanas y ya tendremos aquí la cena de Nochebuena y las comidas de Navidad. Dicen que este 2021 acabará casi como el 2020, en medio de una nueva oleada de coronavirus, con restricciones fluidas y con el miedo otra vez instalado entre nosotros. Ya no sé ni qué deseo pedir para el 2022 a la vista de cómo están las cosas. No sé si decir eso de «mejor que nos quedemos como estamos», por lo que pueda pasar. Eso sí, ojalá sigan existiendo iniciativas, gente con ganas de lanzar proyectos y de colaborar aunque se trate de competencia: el talento empresarial en esta isla es infinito.
Javier Fernández
Yo no sé vosotros, indiscretos, pero a mí me ha dado un vuelco el corazón al mirar el calendario y ver que esto se acaba —no el mundo, aunque a veces lo parezca o incluso deseemos la extinción de la humanidad—, sino el año. Dos semanas y ya tendremos aquí la cena de Nochebuena y las comidas de Navidad. Dicen que este 2021 acabará casi como el 2020, en medio de una nueva oleada de coronavirus, con restricciones fluidas y con el miedo otra vez instalado entre nosotros. Ya no sé ni qué deseo pedir para el 2022 a la vista de cómo están las cosas. No sé si decir eso de «mejor que nos quedemos como estamos», por lo que pueda pasar. Eso sí, ojalá sigan existiendo iniciativas, gente con ganas de lanzar proyectos y de colaborar aunque se trate de competencia: el talento empresarial en esta isla es infinito.
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