Ver más galerías relacionadas
LALIGA-RCD MALLORCA
Ver galería >En el deporte, el exceso de confianza es el peor de los enemigos. Es lo que le ha pasado al Mallorca esta noche en Oviedo. Con dos goles de ventaja se ha creído que todo el trabajo estaba hecho y se ha llevado un disgusto que ha podido ser peor. El partido ha acabado en empate a dos goles, que deja claramente un regusto amargo en los de Luis García, que han perdido una inmejorable ocasión de recuperar el liderato.
En el deporte, el exceso de confianza es el peor de los enemigos. Es lo que le ha pasado al Mallorca esta noche en Oviedo. Con dos goles de ventaja se ha creído que todo el trabajo estaba hecho y se ha llevado un disgusto que ha podido ser peor. El partido ha acabado en empate a dos goles, que deja claramente un regusto amargo en los de Luis García, que han perdido una inmejorable ocasión de recuperar el liderato.
En el deporte, el exceso de confianza es el peor de los enemigos. Es lo que le ha pasado al Mallorca esta noche en Oviedo. Con dos goles de ventaja se ha creído que todo el trabajo estaba hecho y se ha llevado un disgusto que ha podido ser peor. El partido ha acabado en empate a dos goles, que deja claramente un regusto amargo en los de Luis García, que han perdido una inmejorable ocasión de recuperar el liderato.
En el deporte, el exceso de confianza es el peor de los enemigos. Es lo que le ha pasado al Mallorca esta noche en Oviedo. Con dos goles de ventaja se ha creído que todo el trabajo estaba hecho y se ha llevado un disgusto que ha podido ser peor. El partido ha acabado en empate a dos goles, que deja claramente un regusto amargo en los de Luis García, que han perdido una inmejorable ocasión de recuperar el liderato.
En el deporte, el exceso de confianza es el peor de los enemigos. Es lo que le ha pasado al Mallorca esta noche en Oviedo. Con dos goles de ventaja se ha creído que todo el trabajo estaba hecho y se ha llevado un disgusto que ha podido ser peor. El partido ha acabado en empate a dos goles, que deja claramente un regusto amargo en los de Luis García, que han perdido una inmejorable ocasión de recuperar el liderato.
En el deporte, el exceso de confianza es el peor de los enemigos. Es lo que le ha pasado al Mallorca esta noche en Oviedo. Con dos goles de ventaja se ha creído que todo el trabajo estaba hecho y se ha llevado un disgusto que ha podido ser peor. El partido ha acabado en empate a dos goles, que deja claramente un regusto amargo en los de Luis García, que han perdido una inmejorable ocasión de recuperar el liderato.
En el deporte, el exceso de confianza es el peor de los enemigos. Es lo que le ha pasado al Mallorca esta noche en Oviedo. Con dos goles de ventaja se ha creído que todo el trabajo estaba hecho y se ha llevado un disgusto que ha podido ser peor. El partido ha acabado en empate a dos goles, que deja claramente un regusto amargo en los de Luis García, que han perdido una inmejorable ocasión de recuperar el liderato.
En el deporte, el exceso de confianza es el peor de los enemigos. Es lo que le ha pasado al Mallorca esta noche en Oviedo. Con dos goles de ventaja se ha creído que todo el trabajo estaba hecho y se ha llevado un disgusto que ha podido ser peor. El partido ha acabado en empate a dos goles, que deja claramente un regusto amargo en los de Luis García, que han perdido una inmejorable ocasión de recuperar el liderato.
En el deporte, el exceso de confianza es el peor de los enemigos. Es lo que le ha pasado al Mallorca esta noche en Oviedo. Con dos goles de ventaja se ha creído que todo el trabajo estaba hecho y se ha llevado un disgusto que ha podido ser peor. El partido ha acabado en empate a dos goles, que deja claramente un regusto amargo en los de Luis García, que han perdido una inmejorable ocasión de recuperar el liderato.
En el deporte, el exceso de confianza es el peor de los enemigos. Es lo que le ha pasado al Mallorca esta noche en Oviedo. Con dos goles de ventaja se ha creído que todo el trabajo estaba hecho y se ha llevado un disgusto que ha podido ser peor. El partido ha acabado en empate a dos goles, que deja claramente un regusto amargo en los de Luis García, que han perdido una inmejorable ocasión de recuperar el liderato.
En el deporte, el exceso de confianza es el peor de los enemigos. Es lo que le ha pasado al Mallorca esta noche en Oviedo. Con dos goles de ventaja se ha creído que todo el trabajo estaba hecho y se ha llevado un disgusto que ha podido ser peor. El partido ha acabado en empate a dos goles, que deja claramente un regusto amargo en los de Luis García, que han perdido una inmejorable ocasión de recuperar el liderato.
En el deporte, el exceso de confianza es el peor de los enemigos. Es lo que le ha pasado al Mallorca esta noche en Oviedo. Con dos goles de ventaja se ha creído que todo el trabajo estaba hecho y se ha llevado un disgusto que ha podido ser peor. El partido ha acabado en empate a dos goles, que deja claramente un regusto amargo en los de Luis García, que han perdido una inmejorable ocasión de recuperar el liderato.
En el deporte, el exceso de confianza es el peor de los enemigos. Es lo que le ha pasado al Mallorca esta noche en Oviedo. Con dos goles de ventaja se ha creído que todo el trabajo estaba hecho y se ha llevado un disgusto que ha podido ser peor. El partido ha acabado en empate a dos goles, que deja claramente un regusto amargo en los de Luis García, que han perdido una inmejorable ocasión de recuperar el liderato.
En el deporte, el exceso de confianza es el peor de los enemigos. Es lo que le ha pasado al Mallorca esta noche en Oviedo. Con dos goles de ventaja se ha creído que todo el trabajo estaba hecho y se ha llevado un disgusto que ha podido ser peor. El partido ha acabado en empate a dos goles, que deja claramente un regusto amargo en los de Luis García, que han perdido una inmejorable ocasión de recuperar el liderato.
En el deporte, el exceso de confianza es el peor de los enemigos. Es lo que le ha pasado al Mallorca esta noche en Oviedo. Con dos goles de ventaja se ha creído que todo el trabajo estaba hecho y se ha llevado un disgusto que ha podido ser peor. El partido ha acabado en empate a dos goles, que deja claramente un regusto amargo en los de Luis García, que han perdido una inmejorable ocasión de recuperar el liderato.
En el deporte, el exceso de confianza es el peor de los enemigos. Es lo que le ha pasado al Mallorca esta noche en Oviedo. Con dos goles de ventaja se ha creído que todo el trabajo estaba hecho y se ha llevado un disgusto que ha podido ser peor. El partido ha acabado en empate a dos goles, que deja claramente un regusto amargo en los de Luis García, que han perdido una inmejorable ocasión de recuperar el liderato.
En el deporte, el exceso de confianza es el peor de los enemigos. Es lo que le ha pasado al Mallorca esta noche en Oviedo. Con dos goles de ventaja se ha creído que todo el trabajo estaba hecho y se ha llevado un disgusto que ha podido ser peor. El partido ha acabado en empate a dos goles, que deja claramente un regusto amargo en los de Luis García, que han perdido una inmejorable ocasión de recuperar el liderato.
En el deporte, el exceso de confianza es el peor de los enemigos. Es lo que le ha pasado al Mallorca esta noche en Oviedo. Con dos goles de ventaja se ha creído que todo el trabajo estaba hecho y se ha llevado un disgusto que ha podido ser peor. El partido ha acabado en empate a dos goles, que deja claramente un regusto amargo en los de Luis García, que han perdido una inmejorable ocasión de recuperar el liderato.
En el deporte, el exceso de confianza es el peor de los enemigos. Es lo que le ha pasado al Mallorca esta noche en Oviedo. Con dos goles de ventaja se ha creído que todo el trabajo estaba hecho y se ha llevado un disgusto que ha podido ser peor. El partido ha acabado en empate a dos goles, que deja claramente un regusto amargo en los de Luis García, que han perdido una inmejorable ocasión de recuperar el liderato.
En el deporte, el exceso de confianza es el peor de los enemigos. Es lo que le ha pasado al Mallorca esta noche en Oviedo. Con dos goles de ventaja se ha creído que todo el trabajo estaba hecho y se ha llevado un disgusto que ha podido ser peor. El partido ha acabado en empate a dos goles, que deja claramente un regusto amargo en los de Luis García, que han perdido una inmejorable ocasión de recuperar el liderato.
En el deporte, el exceso de confianza es el peor de los enemigos. Es lo que le ha pasado al Mallorca esta noche en Oviedo. Con dos goles de ventaja se ha creído que todo el trabajo estaba hecho y se ha llevado un disgusto que ha podido ser peor. El partido ha acabado en empate a dos goles, que deja claramente un regusto amargo en los de Luis García, que han perdido una inmejorable ocasión de recuperar el liderato.
En el deporte, el exceso de confianza es el peor de los enemigos. Es lo que le ha pasado al Mallorca esta noche en Oviedo. Con dos goles de ventaja se ha creído que todo el trabajo estaba hecho y se ha llevado un disgusto que ha podido ser peor. El partido ha acabado en empate a dos goles, que deja claramente un regusto amargo en los de Luis García, que han perdido una inmejorable ocasión de recuperar el liderato.
En el deporte, el exceso de confianza es el peor de los enemigos. Es lo que le ha pasado al Mallorca esta noche en Oviedo. Con dos goles de ventaja se ha creído que todo el trabajo estaba hecho y se ha llevado un disgusto que ha podido ser peor. El partido ha acabado en empate a dos goles, que deja claramente un regusto amargo en los de Luis García, que han perdido una inmejorable ocasión de recuperar el liderato.
En el deporte, el exceso de confianza es el peor de los enemigos. Es lo que le ha pasado al Mallorca esta noche en Oviedo. Con dos goles de ventaja se ha creído que todo el trabajo estaba hecho y se ha llevado un disgusto que ha podido ser peor. El partido ha acabado en empate a dos goles, que deja claramente un regusto amargo en los de Luis García, que han perdido una inmejorable ocasión de recuperar el liderato.
En el deporte, el exceso de confianza es el peor de los enemigos. Es lo que le ha pasado al Mallorca esta noche en Oviedo. Con dos goles de ventaja se ha creído que todo el trabajo estaba hecho y se ha llevado un disgusto que ha podido ser peor. El partido ha acabado en empate a dos goles, que deja claramente un regusto amargo en los de Luis García, que han perdido una inmejorable ocasión de recuperar el liderato.
En el deporte, el exceso de confianza es el peor de los enemigos. Es lo que le ha pasado al Mallorca esta noche en Oviedo. Con dos goles de ventaja se ha creído que todo el trabajo estaba hecho y se ha llevado un disgusto que ha podido ser peor. El partido ha acabado en empate a dos goles, que deja claramente un regusto amargo en los de Luis García, que han perdido una inmejorable ocasión de recuperar el liderato.
En el deporte, el exceso de confianza es el peor de los enemigos. Es lo que le ha pasado al Mallorca esta noche en Oviedo. Con dos goles de ventaja se ha creído que todo el trabajo estaba hecho y se ha llevado un disgusto que ha podido ser peor. El partido ha acabado en empate a dos goles, que deja claramente un regusto amargo en los de Luis García, que han perdido una inmejorable ocasión de recuperar el liderato.
En el deporte, el exceso de confianza es el peor de los enemigos. Es lo que le ha pasado al Mallorca esta noche en Oviedo. Con dos goles de ventaja se ha creído que todo el trabajo estaba hecho y se ha llevado un disgusto que ha podido ser peor. El partido ha acabado en empate a dos goles, que deja claramente un regusto amargo en los de Luis García, que han perdido una inmejorable ocasión de recuperar el liderato.
En el deporte, el exceso de confianza es el peor de los enemigos. Es lo que le ha pasado al Mallorca esta noche en Oviedo. Con dos goles de ventaja se ha creído que todo el trabajo estaba hecho y se ha llevado un disgusto que ha podido ser peor. El partido ha acabado en empate a dos goles, que deja claramente un regusto amargo en los de Luis García, que han perdido una inmejorable ocasión de recuperar el liderato.
En el deporte, el exceso de confianza es el peor de los enemigos. Es lo que le ha pasado al Mallorca esta noche en Oviedo. Con dos goles de ventaja se ha creído que todo el trabajo estaba hecho y se ha llevado un disgusto que ha podido ser peor. El partido ha acabado en empate a dos goles, que deja claramente un regusto amargo en los de Luis García, que han perdido una inmejorable ocasión de recuperar el liderato.
En el deporte, el exceso de confianza es el peor de los enemigos. Es lo que le ha pasado al Mallorca esta noche en Oviedo. Con dos goles de ventaja se ha creído que todo el trabajo estaba hecho y se ha llevado un disgusto que ha podido ser peor. El partido ha acabado en empate a dos goles, que deja claramente un regusto amargo en los de Luis García, que han perdido una inmejorable ocasión de recuperar el liderato.
En el deporte, el exceso de confianza es el peor de los enemigos. Es lo que le ha pasado al Mallorca esta noche en Oviedo. Con dos goles de ventaja se ha creído que todo el trabajo estaba hecho y se ha llevado un disgusto que ha podido ser peor. El partido ha acabado en empate a dos goles, que deja claramente un regusto amargo en los de Luis García, que han perdido una inmejorable ocasión de recuperar el liderato.
En el deporte, el exceso de confianza es el peor de los enemigos. Es lo que le ha pasado al Mallorca esta noche en Oviedo. Con dos goles de ventaja se ha creído que todo el trabajo estaba hecho y se ha llevado un disgusto que ha podido ser peor. El partido ha acabado en empate a dos goles, que deja claramente un regusto amargo en los de Luis García, que han perdido una inmejorable ocasión de recuperar el liderato.
En el deporte, el exceso de confianza es el peor de los enemigos. Es lo que le ha pasado al Mallorca esta noche en Oviedo. Con dos goles de ventaja se ha creído que todo el trabajo estaba hecho y se ha llevado un disgusto que ha podido ser peor. El partido ha acabado en empate a dos goles, que deja claramente un regusto amargo en los de Luis García, que han perdido una inmejorable ocasión de recuperar el liderato.
En el deporte, el exceso de confianza es el peor de los enemigos. Es lo que le ha pasado al Mallorca esta noche en Oviedo. Con dos goles de ventaja se ha creído que todo el trabajo estaba hecho y se ha llevado un disgusto que ha podido ser peor. El partido ha acabado en empate a dos goles, que deja claramente un regusto amargo en los de Luis García, que han perdido una inmejorable ocasión de recuperar el liderato.
En el deporte, el exceso de confianza es el peor de los enemigos. Es lo que le ha pasado al Mallorca esta noche en Oviedo. Con dos goles de ventaja se ha creído que todo el trabajo estaba hecho y se ha llevado un disgusto que ha podido ser peor. El partido ha acabado en empate a dos goles, que deja claramente un regusto amargo en los de Luis García, que han perdido una inmejorable ocasión de recuperar el liderato.
En el deporte, el exceso de confianza es el peor de los enemigos. Es lo que le ha pasado al Mallorca esta noche en Oviedo. Con dos goles de ventaja se ha creído que todo el trabajo estaba hecho y se ha llevado un disgusto que ha podido ser peor. El partido ha acabado en empate a dos goles, que deja claramente un regusto amargo en los de Luis García, que han perdido una inmejorable ocasión de recuperar el liderato.
Noticia guardada en tu perfil
Ver noticias guardadasEn el deporte, el exceso de confianza es el peor de los enemigos. Es lo que le ha pasado al Mallorca esta noche en Oviedo. Con dos goles de ventaja se ha creído que todo el trabajo estaba hecho y se ha llevado un disgusto que ha podido ser peor. El partido ha acabado en empate a dos goles, que deja claramente un regusto amargo en los de Luis García, que han perdido una inmejorable ocasión de recuperar el liderato.