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Ver galería >Víctor Manuel Enríquez dejó atrás Mondariz para ponerse al frente del bar Mora en el barrio de Son Cotoner de Palma en 1986. Sacrificó horas de sueño para transformar un pequeño local de bebidas en la auténtica taberna gallega de Ciutat, donde llegan a servir hasta 18 kilos de pulpo al día. En febrero "se acabó esta historia", asegura su creador. "Los dueños del local ya no me van a renovar el contrato y no tengo quien vaya a seguir el negocio", explica a las puertas de los 60 años.
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Víctor Manuel Enríquez dejó atrás Mondariz para ponerse al frente del bar Mora en el barrio de Son Cotoner de Palma en 1986. Sacrificó horas de sueño para transformar un pequeño local de bebidas en la auténtica taberna gallega de Ciutat, donde llegan a servir hasta 18 kilos de pulpo al día. En febrero "se acabó esta historia", asegura su creador. "Los dueños del local ya no me van a renovar el contrato y no tengo quien vaya a seguir el negocio", explica a las puertas de los 60 años.
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Víctor Manuel Enríquez dejó atrás Mondariz para ponerse al frente del bar Mora en el barrio de Son Cotoner de Palma en 1986. Sacrificó horas de sueño para transformar un pequeño local de bebidas en la auténtica taberna gallega de Ciutat, donde llegan a servir hasta 18 kilos de pulpo al día. En febrero "se acabó esta historia", asegura su creador. "Los dueños del local ya no me van a renovar el contrato y no tengo quien vaya a seguir el negocio", explica a las puertas de los 60 años.
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Víctor Manuel Enríquez dejó atrás Mondariz para ponerse al frente del bar Mora en el barrio de Son Cotoner de Palma en 1986. Sacrificó horas de sueño para transformar un pequeño local de bebidas en la auténtica taberna gallega de Ciutat, donde llegan a servir hasta 18 kilos de pulpo al día. En febrero "se acabó esta historia", asegura su creador. "Los dueños del local ya no me van a renovar el contrato y no tengo quien vaya a seguir el negocio", explica a las puertas de los 60 años.
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Víctor Manuel Enríquez dejó atrás Mondariz para ponerse al frente del bar Mora en el barrio de Son Cotoner de Palma en 1986. Sacrificó horas de sueño para transformar un pequeño local de bebidas en la auténtica taberna gallega de Ciutat, donde llegan a servir hasta 18 kilos de pulpo al día. En febrero "se acabó esta historia", asegura su creador. "Los dueños del local ya no me van a renovar el contrato y no tengo quien vaya a seguir el negocio", explica a las puertas de los 60 años.
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Víctor Manuel Enríquez dejó atrás Mondariz para ponerse al frente del bar Mora en el barrio de Son Cotoner de Palma en 1986. Sacrificó horas de sueño para transformar un pequeño local de bebidas en la auténtica taberna gallega de Ciutat, donde llegan a servir hasta 18 kilos de pulpo al día. En febrero "se acabó esta historia", asegura su creador. "Los dueños del local ya no me van a renovar el contrato y no tengo quien vaya a seguir el negocio", explica a las puertas de los 60 años.
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Víctor Manuel Enríquez dejó atrás Mondariz para ponerse al frente del bar Mora en el barrio de Son Cotoner de Palma en 1986. Sacrificó horas de sueño para transformar un pequeño local de bebidas en la auténtica taberna gallega de Ciutat, donde llegan a servir hasta 18 kilos de pulpo al día. En febrero "se acabó esta historia", asegura su creador. "Los dueños del local ya no me van a renovar el contrato y no tengo quien vaya a seguir el negocio", explica a las puertas de los 60 años.
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Víctor Manuel Enríquez dejó atrás Mondariz para ponerse al frente del bar Mora en el barrio de Son Cotoner de Palma en 1986. Sacrificó horas de sueño para transformar un pequeño local de bebidas en la auténtica taberna gallega de Ciutat, donde llegan a servir hasta 18 kilos de pulpo al día. En febrero "se acabó esta historia", asegura su creador. "Los dueños del local ya no me van a renovar el contrato y no tengo quien vaya a seguir el negocio", explica a las puertas de los 60 años.
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Víctor Manuel Enríquez dejó atrás Mondariz para ponerse al frente del bar Mora en el barrio de Son Cotoner de Palma en 1986. Sacrificó horas de sueño para transformar un pequeño local de bebidas en la auténtica taberna gallega de Ciutat, donde llegan a servir hasta 18 kilos de pulpo al día. En febrero "se acabó esta historia", asegura su creador. "Los dueños del local ya no me van a renovar el contrato y no tengo quien vaya a seguir el negocio", explica a las puertas de los 60 años.
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Víctor Manuel Enríquez dejó atrás Mondariz para ponerse al frente del bar Mora en el barrio de Son Cotoner de Palma en 1986. Sacrificó horas de sueño para transformar un pequeño local de bebidas en la auténtica taberna gallega de Ciutat, donde llegan a servir hasta 18 kilos de pulpo al día. En febrero "se acabó esta historia", asegura su creador. "Los dueños del local ya no me van a renovar el contrato y no tengo quien vaya a seguir el negocio", explica a las puertas de los 60 años.
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Víctor Manuel Enríquez dejó atrás Mondariz para ponerse al frente del bar Mora en el barrio de Son Cotoner de Palma en 1986. Sacrificó horas de sueño para transformar un pequeño local de bebidas en la auténtica taberna gallega de Ciutat, donde llegan a servir hasta 18 kilos de pulpo al día. En febrero "se acabó esta historia", asegura su creador. "Los dueños del local ya no me van a renovar el contrato y no tengo quien vaya a seguir el negocio", explica a las puertas de los 60 años.
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Víctor Manuel Enríquez dejó atrás Mondariz para ponerse al frente del bar Mora en el barrio de Son Cotoner de Palma en 1986. Sacrificó horas de sueño para transformar un pequeño local de bebidas en la auténtica taberna gallega de Ciutat, donde llegan a servir hasta 18 kilos de pulpo al día. En febrero "se acabó esta historia", asegura su creador. "Los dueños del local ya no me van a renovar el contrato y no tengo quien vaya a seguir el negocio", explica a las puertas de los 60 años.
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Víctor Manuel Enríquez dejó atrás Mondariz para ponerse al frente del bar Mora en el barrio de Son Cotoner de Palma en 1986. Sacrificó horas de sueño para transformar un pequeño local de bebidas en la auténtica taberna gallega de Ciutat, donde llegan a servir hasta 18 kilos de pulpo al día. En febrero "se acabó esta historia", asegura su creador. "Los dueños del local ya no me van a renovar el contrato y no tengo quien vaya a seguir el negocio", explica a las puertas de los 60 años.
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Víctor Manuel Enríquez dejó atrás Mondariz para ponerse al frente del bar Mora en el barrio de Son Cotoner de Palma en 1986. Sacrificó horas de sueño para transformar un pequeño local de bebidas en la auténtica taberna gallega de Ciutat, donde llegan a servir hasta 18 kilos de pulpo al día. En febrero "se acabó esta historia", asegura su creador. "Los dueños del local ya no me van a renovar el contrato y no tengo quien vaya a seguir el negocio", explica a las puertas de los 60 años.
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Víctor Manuel Enríquez dejó atrás Mondariz para ponerse al frente del bar Mora en el barrio de Son Cotoner de Palma en 1986. Sacrificó horas de sueño para transformar un pequeño local de bebidas en la auténtica taberna gallega de Ciutat, donde llegan a servir hasta 18 kilos de pulpo al día. En febrero "se acabó esta historia", asegura su creador. "Los dueños del local ya no me van a renovar el contrato y no tengo quien vaya a seguir el negocio", explica a las puertas de los 60 años.
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Víctor Manuel Enríquez dejó atrás Mondariz para ponerse al frente del bar Mora en el barrio de Son Cotoner de Palma en 1986. Sacrificó horas de sueño para transformar un pequeño local de bebidas en la auténtica taberna gallega de Ciutat, donde llegan a servir hasta 18 kilos de pulpo al día. En febrero "se acabó esta historia", asegura su creador. "Los dueños del local ya no me van a renovar el contrato y no tengo quien vaya a seguir el negocio", explica a las puertas de los 60 años.
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Víctor Manuel Enríquez dejó atrás Mondariz para ponerse al frente del bar Mora en el barrio de Son Cotoner de Palma en 1986. Sacrificó horas de sueño para transformar un pequeño local de bebidas en la auténtica taberna gallega de Ciutat, donde llegan a servir hasta 18 kilos de pulpo al día. En febrero "se acabó esta historia", asegura su creador. "Los dueños del local ya no me van a renovar el contrato y no tengo quien vaya a seguir el negocio", explica a las puertas de los 60 años.
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