Sor Inmaculada camina enfundada en el hábito por uno de los pasillos laterales del claustro del convento de la Puríssima Concepció (las Caputxines) de Palma, uno de los cuatro cenobios que aún siguen activos en Ciutat y resisten a la crisis de las vocaciones. Sor Inmaculada es una del aproximado medio centenar de monjas de clausura que quedan en Palma y una de las 9.200 personas (entre hombres y mujeres) dedicadas a la vida contemplativa en España, según datos recientes de la Conferencia Episcopal.
Una monja en el convento de Santa Magdalena.
Rafael Balaguer @balaguer2
Sor Inmaculada camina enfundada en el hábito por uno de los pasillos laterales del claustro del convento de la Puríssima Concepció (las Caputxines) de Palma, uno de los cuatro cenobios que aún siguen activos en Ciutat y resisten a la crisis de las vocaciones. Sor Inmaculada es una del aproximado medio centenar de monjas de clausura que quedan en Palma y una de las 9.200 personas (entre hombres y mujeres) dedicadas a la vida contemplativa en España, según datos recientes de la Conferencia Episcopal.
Margarita Novo en las Caputxines.
María Pedraz
Sor Inmaculada camina enfundada en el hábito por uno de los pasillos laterales del claustro del convento de la Puríssima Concepció (las Caputxines) de Palma, uno de los cuatro cenobios que aún siguen activos en Ciutat y resisten a la crisis de las vocaciones. Sor Inmaculada es una del aproximado medio centenar de monjas de clausura que quedan en Palma y una de las 9.200 personas (entre hombres y mujeres) dedicadas a la vida contemplativa en España, según datos recientes de la Conferencia Episcopal.
Las celdas y los huertos de Sant Jeroni.
Consell
Sor Inmaculada camina enfundada en el hábito por uno de los pasillos laterales del claustro del convento de la Puríssima Concepció (las Caputxines) de Palma, uno de los cuatro cenobios que aún siguen activos en Ciutat y resisten a la crisis de las vocaciones. Sor Inmaculada es una del aproximado medio centenar de monjas de clausura que quedan en Palma y una de las 9.200 personas (entre hombres y mujeres) dedicadas a la vida contemplativa en España, según datos recientes de la Conferencia Episcopal.
Santa Clara.
M. N.
Sor Inmaculada camina enfundada en el hábito por uno de los pasillos laterales del claustro del convento de la Puríssima Concepció (las Caputxines) de Palma, uno de los cuatro cenobios que aún siguen activos en Ciutat y resisten a la crisis de las vocaciones. Sor Inmaculada es una del aproximado medio centenar de monjas de clausura que quedan en Palma y una de las 9.200 personas (entre hombres y mujeres) dedicadas a la vida contemplativa en España, según datos recientes de la Conferencia Episcopal.
Aguamanil de Santa Magdalena.
Francisca Lliteras
Sor Inmaculada camina enfundada en el hábito por uno de los pasillos laterales del claustro del convento de la Puríssima Concepció (las Caputxines) de Palma, uno de los cuatro cenobios que aún siguen activos en Ciutat y resisten a la crisis de las vocaciones. Sor Inmaculada es una del aproximado medio centenar de monjas de clausura que quedan en Palma y una de las 9.200 personas (entre hombres y mujeres) dedicadas a la vida contemplativa en España, según datos recientes de la Conferencia Episcopal.
Sor Inmaculada camina enfundada en el hábito por uno de los pasillos laterales del claustro del convento de la Puríssima Concepció (las Caputxines) de Palma, uno de los cuatro cenobios que aún siguen activos en Ciutat y resisten a la crisis de las vocaciones. Sor Inmaculada es una del aproximado medio centenar de monjas de clausura que quedan en Palma y una de las 9.200 personas (entre hombres y mujeres) dedicadas a la vida contemplativa en España, según datos recientes de la Conferencia Episcopal.