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Javier Fernández
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Últimamente tengo la sensación de que la vida pasa muy rápido; más rápido que los minutos que necesitó el Real Madrid para remontar al City; tan rápido, que apenas sí se disfruta la victoria y se comienza de nuevo la lucha. El símil futbolístico funciona muy bien en estos casos, porque la vida se juega siempre en un campo con rivales y compañeros, en una constante montaña rusa: los pequeños logros cuestan y, cuando se consiguen, las pequeñas cosas cotidianas te devuelven a la realidad y te lanzan cuesta abajo. Demasiadas veces, sobre todo en estos últimos días en los que poco se habla ya de Ucrania y de coronavirus y mucho de Pegasus, he tenido que despedirme en un evento recién llegada para ir a otro; todo son prisas, todo es efervescente, todo es más y más y más. Por eso, y en breve entraremos en materia, se agradecen convocatorias relajadas y con un claro componente de cultura de bienestar. Cuán necesario es que a veces nos recuerden la necesidad del autocuidado.
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Últimamente tengo la sensación de que la vida pasa muy rápido; más rápido que los minutos que necesitó el Real Madrid para remontar al City; tan rápido, que apenas sí se disfruta la victoria y se comienza de nuevo la lucha. El símil futbolístico funciona muy bien en estos casos, porque la vida se juega siempre en un campo con rivales y compañeros, en una constante montaña rusa: los pequeños logros cuestan y, cuando se consiguen, las pequeñas cosas cotidianas te devuelven a la realidad y te lanzan cuesta abajo. Demasiadas veces, sobre todo en estos últimos días en los que poco se habla ya de Ucrania y de coronavirus y mucho de Pegasus, he tenido que despedirme en un evento recién llegada para ir a otro; todo son prisas, todo es efervescente, todo es más y más y más. Por eso, y en breve entraremos en materia, se agradecen convocatorias relajadas y con un claro componente de cultura de bienestar. Cuán necesario es que a veces nos recuerden la necesidad del autocuidado.
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Últimamente tengo la sensación de que la vida pasa muy rápido; más rápido que los minutos que necesitó el Real Madrid para remontar al City; tan rápido, que apenas sí se disfruta la victoria y se comienza de nuevo la lucha. El símil futbolístico funciona muy bien en estos casos, porque la vida se juega siempre en un campo con rivales y compañeros, en una constante montaña rusa: los pequeños logros cuestan y, cuando se consiguen, las pequeñas cosas cotidianas te devuelven a la realidad y te lanzan cuesta abajo. Demasiadas veces, sobre todo en estos últimos días en los que poco se habla ya de Ucrania y de coronavirus y mucho de Pegasus, he tenido que despedirme en un evento recién llegada para ir a otro; todo son prisas, todo es efervescente, todo es más y más y más. Por eso, y en breve entraremos en materia, se agradecen convocatorias relajadas y con un claro componente de cultura de bienestar. Cuán necesario es que a veces nos recuerden la necesidad del autocuidado.
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Últimamente tengo la sensación de que la vida pasa muy rápido; más rápido que los minutos que necesitó el Real Madrid para remontar al City; tan rápido, que apenas sí se disfruta la victoria y se comienza de nuevo la lucha. El símil futbolístico funciona muy bien en estos casos, porque la vida se juega siempre en un campo con rivales y compañeros, en una constante montaña rusa: los pequeños logros cuestan y, cuando se consiguen, las pequeñas cosas cotidianas te devuelven a la realidad y te lanzan cuesta abajo. Demasiadas veces, sobre todo en estos últimos días en los que poco se habla ya de Ucrania y de coronavirus y mucho de Pegasus, he tenido que despedirme en un evento recién llegada para ir a otro; todo son prisas, todo es efervescente, todo es más y más y más. Por eso, y en breve entraremos en materia, se agradecen convocatorias relajadas y con un claro componente de cultura de bienestar. Cuán necesario es que a veces nos recuerden la necesidad del autocuidado.
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Últimamente tengo la sensación de que la vida pasa muy rápido; más rápido que los minutos que necesitó el Real Madrid para remontar al City; tan rápido, que apenas sí se disfruta la victoria y se comienza de nuevo la lucha. El símil futbolístico funciona muy bien en estos casos, porque la vida se juega siempre en un campo con rivales y compañeros, en una constante montaña rusa: los pequeños logros cuestan y, cuando se consiguen, las pequeñas cosas cotidianas te devuelven a la realidad y te lanzan cuesta abajo. Demasiadas veces, sobre todo en estos últimos días en los que poco se habla ya de Ucrania y de coronavirus y mucho de Pegasus, he tenido que despedirme en un evento recién llegada para ir a otro; todo son prisas, todo es efervescente, todo es más y más y más. Por eso, y en breve entraremos en materia, se agradecen convocatorias relajadas y con un claro componente de cultura de bienestar. Cuán necesario es que a veces nos recuerden la necesidad del autocuidado.
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Últimamente tengo la sensación de que la vida pasa muy rápido; más rápido que los minutos que necesitó el Real Madrid para remontar al City; tan rápido, que apenas sí se disfruta la victoria y se comienza de nuevo la lucha. El símil futbolístico funciona muy bien en estos casos, porque la vida se juega siempre en un campo con rivales y compañeros, en una constante montaña rusa: los pequeños logros cuestan y, cuando se consiguen, las pequeñas cosas cotidianas te devuelven a la realidad y te lanzan cuesta abajo. Demasiadas veces, sobre todo en estos últimos días en los que poco se habla ya de Ucrania y de coronavirus y mucho de Pegasus, he tenido que despedirme en un evento recién llegada para ir a otro; todo son prisas, todo es efervescente, todo es más y más y más. Por eso, y en breve entraremos en materia, se agradecen convocatorias relajadas y con un claro componente de cultura de bienestar. Cuán necesario es que a veces nos recuerden la necesidad del autocuidado.
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Últimamente tengo la sensación de que la vida pasa muy rápido; más rápido que los minutos que necesitó el Real Madrid para remontar al City; tan rápido, que apenas sí se disfruta la victoria y se comienza de nuevo la lucha. El símil futbolístico funciona muy bien en estos casos, porque la vida se juega siempre en un campo con rivales y compañeros, en una constante montaña rusa: los pequeños logros cuestan y, cuando se consiguen, las pequeñas cosas cotidianas te devuelven a la realidad y te lanzan cuesta abajo. Demasiadas veces, sobre todo en estos últimos días en los que poco se habla ya de Ucrania y de coronavirus y mucho de Pegasus, he tenido que despedirme en un evento recién llegada para ir a otro; todo son prisas, todo es efervescente, todo es más y más y más. Por eso, y en breve entraremos en materia, se agradecen convocatorias relajadas y con un claro componente de cultura de bienestar. Cuán necesario es que a veces nos recuerden la necesidad del autocuidado.
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Últimamente tengo la sensación de que la vida pasa muy rápido; más rápido que los minutos que necesitó el Real Madrid para remontar al City; tan rápido, que apenas sí se disfruta la victoria y se comienza de nuevo la lucha. El símil futbolístico funciona muy bien en estos casos, porque la vida se juega siempre en un campo con rivales y compañeros, en una constante montaña rusa: los pequeños logros cuestan y, cuando se consiguen, las pequeñas cosas cotidianas te devuelven a la realidad y te lanzan cuesta abajo. Demasiadas veces, sobre todo en estos últimos días en los que poco se habla ya de Ucrania y de coronavirus y mucho de Pegasus, he tenido que despedirme en un evento recién llegada para ir a otro; todo son prisas, todo es efervescente, todo es más y más y más. Por eso, y en breve entraremos en materia, se agradecen convocatorias relajadas y con un claro componente de cultura de bienestar. Cuán necesario es que a veces nos recuerden la necesidad del autocuidado.
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Últimamente tengo la sensación de que la vida pasa muy rápido; más rápido que los minutos que necesitó el Real Madrid para remontar al City; tan rápido, que apenas sí se disfruta la victoria y se comienza de nuevo la lucha. El símil futbolístico funciona muy bien en estos casos, porque la vida se juega siempre en un campo con rivales y compañeros, en una constante montaña rusa: los pequeños logros cuestan y, cuando se consiguen, las pequeñas cosas cotidianas te devuelven a la realidad y te lanzan cuesta abajo. Demasiadas veces, sobre todo en estos últimos días en los que poco se habla ya de Ucrania y de coronavirus y mucho de Pegasus, he tenido que despedirme en un evento recién llegada para ir a otro; todo son prisas, todo es efervescente, todo es más y más y más. Por eso, y en breve entraremos en materia, se agradecen convocatorias relajadas y con un claro componente de cultura de bienestar. Cuán necesario es que a veces nos recuerden la necesidad del autocuidado.
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Últimamente tengo la sensación de que la vida pasa muy rápido; más rápido que los minutos que necesitó el Real Madrid para remontar al City; tan rápido, que apenas sí se disfruta la victoria y se comienza de nuevo la lucha. El símil futbolístico funciona muy bien en estos casos, porque la vida se juega siempre en un campo con rivales y compañeros, en una constante montaña rusa: los pequeños logros cuestan y, cuando se consiguen, las pequeñas cosas cotidianas te devuelven a la realidad y te lanzan cuesta abajo. Demasiadas veces, sobre todo en estos últimos días en los que poco se habla ya de Ucrania y de coronavirus y mucho de Pegasus, he tenido que despedirme en un evento recién llegada para ir a otro; todo son prisas, todo es efervescente, todo es más y más y más. Por eso, y en breve entraremos en materia, se agradecen convocatorias relajadas y con un claro componente de cultura de bienestar. Cuán necesario es que a veces nos recuerden la necesidad del autocuidado.
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Últimamente tengo la sensación de que la vida pasa muy rápido; más rápido que los minutos que necesitó el Real Madrid para remontar al City; tan rápido, que apenas sí se disfruta la victoria y se comienza de nuevo la lucha. El símil futbolístico funciona muy bien en estos casos, porque la vida se juega siempre en un campo con rivales y compañeros, en una constante montaña rusa: los pequeños logros cuestan y, cuando se consiguen, las pequeñas cosas cotidianas te devuelven a la realidad y te lanzan cuesta abajo. Demasiadas veces, sobre todo en estos últimos días en los que poco se habla ya de Ucrania y de coronavirus y mucho de Pegasus, he tenido que despedirme en un evento recién llegada para ir a otro; todo son prisas, todo es efervescente, todo es más y más y más. Por eso, y en breve entraremos en materia, se agradecen convocatorias relajadas y con un claro componente de cultura de bienestar. Cuán necesario es que a veces nos recuerden la necesidad del autocuidado.
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Últimamente tengo la sensación de que la vida pasa muy rápido; más rápido que los minutos que necesitó el Real Madrid para remontar al City; tan rápido, que apenas sí se disfruta la victoria y se comienza de nuevo la lucha. El símil futbolístico funciona muy bien en estos casos, porque la vida se juega siempre en un campo con rivales y compañeros, en una constante montaña rusa: los pequeños logros cuestan y, cuando se consiguen, las pequeñas cosas cotidianas te devuelven a la realidad y te lanzan cuesta abajo. Demasiadas veces, sobre todo en estos últimos días en los que poco se habla ya de Ucrania y de coronavirus y mucho de Pegasus, he tenido que despedirme en un evento recién llegada para ir a otro; todo son prisas, todo es efervescente, todo es más y más y más. Por eso, y en breve entraremos en materia, se agradecen convocatorias relajadas y con un claro componente de cultura de bienestar. Cuán necesario es que a veces nos recuerden la necesidad del autocuidado.
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