La lucha en la que se encuentra inmersa la industria de la automoción en la búsqueda de nuevas soluciones más eficientes y limpias ha colocado a la electricidad en un papel absolutamente protagonista. No obstante, hay vida más allá de lo eléctrico en la industria del motor. Y el gas natural vehicular es una clara prueba de ello.

Los combustibles derivados del gas natural no son precisamente lo más novedoso que ha aparecido en el panorama de la movilidad. El gas natural en sus estados licuado (GNL) y comprimido (GNC), son viejos conocidos., especialmente en el segmento del transporte profesional, tanto de pasajeros como de mercancías. La irrupción de la electricidad, no ha hecho otra cosa que relanzar una tecnología que siempre se ha caracterizado por sus destacadas dotes de eficiencia y economía de consumo pero que, hasta ahora, no ha llegado a cuajar tanto por falta de información como de una adecuada red de distribución. Algo que ha comenzado a cambiar.

El sector del transporte, sin permanecer ajena a las tendencias de electrificación que predominan en el sector, ha dejado claro su apuesta por el gas. Tanto GNC como GNL se han convertido en una alternativa a los combustibles fósiles tradicionales, incluso en las flotas de vehículos de larga distancia. El Ministerio de Transporte e Infraestructura Digital de Alemania ha situado al gas natural es la única alternativa a gran escala al diésel y el siguiente paso en el camino hacia un transporte sostenible. Una postura totalmente respaldada por la industria pesada.

Mayor autonomía

En este sentido, la oferta de transporte propulsado por gas natural es cada vez más sólida. Fabricantes como Iveco, han visto en el gas una más que viable solución aplicable a todo tipo de trabajos profesionales. No obstante, hay un gas para cada necesidad. Básicamente el GNL y el GNC son el mismo producto, pero en distinta fase térmica. Por un lado, el GNL es un producto criogénico que va a 160 grados bajo cero con lo que ocupa mucho menor espacio y, por consiguiente, es capaz de ofrecer una mayor autonomía. El GNC viene comprimido y, por ocupar un mayor volumen en el depósito cuenta con una menor autonomía, aunque ofrece la ventaja de su mayor facilidad de instalación. De esta manera, mientras el GNL se presenta como la opción más viable para cabezas tractoras de largo recorrido, el GNC es idóneo para trayectos de radio más reducido como es el caso de repartos o trayectos urbanos e inter urbanos.

Doble beneficio

Doble beneficioLa utilización del Gas Natural Vehicular ofrece un doble beneficio. Por un lado, las emisiones de CO2, partículas en suspensión y Nox se reducen de manera drástica respecto al diésel. Un recorte que, además de adecuarse a las cada vez más estrictas normas anti contaminación, repercute de manera directa en la calidad del aire y el medio ambiente, sobre todo en el entorno de las grandes ciudades. Asimismo, el beneficio económico se refleja en una importante reducción del coste total de propiedad (TCO), con lo que ello supone tanto para el conductor profesional como para las grandes empresas de flotas de transporte.