Si en algo coinciden los expertos es que en el futuro el vehículo será compartido. El concepto de propiedad que reina hoy día en el mundo del automóvil, dará paso a la multipropiedad o al denominado carsharing, que ya está creciendo a pasos agigantados en todo el mundo y especialmente en nuestro país.

Como su nombre indica, se trata de un servicio que consiste en compartir un vehículo mediante una sencilla aplicación a través del smartphone. Para utilizar este servicio tan sólo hay que registrarse y vinculanr una cuenta en la que se cargará el importe por utilización, que en la mayoría de casos se calcula en base al tiempo de desplazamiento. Una vez registrado, tan sólo queda buscar el vehículo más cercano por geolocalización y solicitar su uso. Al propio smartphone llegará un código de desbloqueo para poder acceder y ´arrancar´ el automóvil. Una vez completado el recorrido, y según cada empresa, se deberá devolver el coche al punto de inicio o buscar un hueco donde aparcarlo correctamente. La condición eléctrica de la mayoría de estos vehículos les permite llevar la etiqueta ECO, por lo que podrá dejarse sin coste en áreas de estacionamiento restringido.

El carsharing tiene múltiples ventajas, tanto a nivel individual como colectivo. La primera y más evidente es la posibilidad de ahorrarse el alto coste de un coche en propiedad si este servicio cumple con las necesidades básicas de transporte. Estamos hablando en todo caso de personas que recorren pocos kilómetros al año en coche y la mayoría de ellos son por ciudad. Hay que tener en cuenta que no sólo se trata del coste de adquisición del vehículo sino también del de carburante o carga eléctrica, seguro y mantenimiento, que corre a cargo de la empresa de carsharing. Y si a todo ello le se añade que los costes de utilización de estos servicios son muy asequibles, se obtiene un modo de trasporte muy accesible para todo tipo de públicos, lo que explica que la mayoría de sus usuarios sean clientes jóvenes.

Otra gran ventaja de este servicio tiene que ver con el aspecto medioambiental, ya que un sólo vehículo puede dar servicio a múltiples usuarios. La utilización individual del coche supone una enorme emisión de gases contaminantes a la atmósfera, algo que se reduce drásticamente con el coche compartido, y más si como es el caso de la mayoría de los modelos de carsharing, son de propulsión eléctrica. Compartir coche también disminuye notablemente el intenso tráfico en las ciudades, además de liberar espacios de aparcamiento al estar en constante movimiento; todo lo contrario que los coches particulares, que pasan la mayor parte del día parados.

Esta inactividad es especialmente negativa para las empresas, que siempre buscan la mayor productividad posible. Por ello, algunas compañías de carsharing también ofrecen precios y servicios especiales para empresas. La entidad interesada puede registrar con la aplicación móvil tantos empleados como desee, de modo que éstos pueden acceder a toda la flota de coches compartidos mediante una única cuenta. Además, y al igual que en el caso de los particulares, el ahorro en carburante, mantenimiento del vehículo y seguros, es una gran ventaja para las empresas tanto a nivel económico como logístico.

Pero el transporte compartido no es territorio exclusivo del coche, ya que existen compañías que ofrecen el mismo servicio pero con motos, bicis e incluso ya hay compañías que están pensando en ponerlo en marcha con patinetes eléctricos. Como decimos las motos ofrecen el mismo 'modus operandi' que los coches pero con la peculiaridad de incluir en la operación los cascos necesarios.