La selección española especuló con la clasificación a octavos de final, acabó tirando por tierra la brillantez y fue batida a tres minutos del final por una Croacia sin su líder, Luka Modric, que se impuso por 2-1 y se hizo con el primer puesto del grupo D.

España dejó escapar el liderato y la opción de buscar la defensa del título por el lado bueno del cuadro. Ahora tendrá que medirse a Italia en octavos de final. La selección se medirá a la 'squadra azzurra' el próximo lunes, día 27, a las 17.00 horas, en el estadio Saint Denis de París.

El fútbol dio una lección a la selección española. El reencuentro con la derrota en una fase final de la Eurocopa ocho años después -no perdía desde Portugal 2004-, no pudo dejar un sabor más amargo.

Midió esfuerzos con el liderato en la mano tras adelantarse en el marcador, perdonó y acabó siendo castiga con dureza, encajando un tanto al contragolpe a tres de minutos del final, cuando le valía el empate, y con un error de David De Gea que no tapó su palo.

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La amenaza de Italia en octavos de final y el respeto a Croacia impulsó a Del Bosque a mantener equipo. Lo que funciona, mejor no tocarlo, debió pensar sin valorar rotaciones ni motivaciones extras de jugadores con pocos minutos. Se encontraba España ante la prueba más seria.

Croacia, sin Modric ni Mandzukic, no perdía su poderío. Necesitaba ganar y cambió el guión de los partidos de la Roja. Salió a presionar para cortar el inicio de jugada y cuando no lo consiguió intentó armarse en defensa y buscar la velocidad en la contra.

Cuando España se pone firme te desfigura. Sabía que los excesos de confianza se pagan caros e instalada en un nuevo escenario, sin abrumar con la posesión, asistió a dos llegadas que dejaban intuir peligro para Croacia, antes de desatar su pegada. Era el minuto 7 cuando Silva rompía cualquier esquema del partido.

Sacó de la chistera uno de esos pases al espacio que pocos futbolistas son capaces de ver. El desmarque era de Cesc, que picó el balón a la salida de Subasic y a placer, Morata, remachaba a la red en boca de gol para dar un mordisco a la clasificación de goleadores con su tercer tanto del torneo.

El gol de Morata. Foto: EFE

La calidad lanzaba un directo al mentón croata que mientras pensaba como había encajado el golpe, pudo caer a la lona. España inició su habitual ejercicio de dominio. Esta ante el bajón de Iniesta apareció la pareja Silva-Cesc asociándose en cada rincón.

España no debía caer en la indolencia. Sergio Ramos y De Gea jugaron con fuego. Cometieron errores que cuestan caros en una gran cita. El exceso de confianza del central lo chutó Kalinic y el portero español sacó los puños a córner para segundos después complicarse con el balón en los pies, acabar haciendo un mal despeje y dejando el balón a Rakitic. Su toque picado lo repelió el larguero, el poste y Piqué.

La calma debía regresar con el toque. Nolito había cruzado en exceso un remate a centro de Jordi Alba. Con Morata fijando centrales, España llegaba a la frontal con brillantez. Toques al espacio, triangulaciones en ambas bandas. El partido giraba en torno a Cesc, que se asociaba con todos. Silva calcaba el pase y a punto estuvieron de repetir la acción del gol.

Pudo asestar un golpe definitivo la selección española pero perdonó. Silva se cansó de asistir y probó a Subasic, que rechazó como pudo el disparo potente. Nolito estrelló un peligroso remate en la defensa y el balón se marchó cerca de la portería.

Los jugadores, uno a uno (pincha en los dorsales)

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Los malos indicios llegaban en el balance defensivo. La falta de tensión con la clasificación sellada se palpaba en despistes a balón parado. Croacia remataba todo. Pensar en guardar fuerzas sería castigado porque Rakitic ponía el criterio, con libertad de movimientos como segunda punta para diseñar cada ataque, y la referencia croata arriba, Kalinic, hacia todo con criterio. Perisic se elevaba ante Juanfran y remataba alto.

Reapareció esa ley del fútbol no escrita. El que perdona la paga. Ramos tuvo un testarazo plácido tras córner de Nolito y no encontró portería. Cesc dejó solo a Morata con un pase de tiralíneas pero un mal control le impidió definir.

Asomaba el descanso cuando llegó el castigo al bajón tras media hora de brillantez. La bicicleta y el recorte de Perisic a Juanfran, acababa con un centro que remataba de espuela Kalinic, adelantándose a Ramos. El primer tanto en el torneo a España cerraba un récord histórico, 734 minutos sin encajar gol.

Kalinic celebra el primer tanto de Croacia. Foto: EFE.

El duelo recobró la tensión en el segundo acto. España había jugado con el condicionante de valerle el empate y cuando miró a la cara a la derrota, entró en su único momento de duda en el torneo. Juanfran comenzó chutando desviado un ataque. Era un espejismo, tocaba apretar los dientes en labores defensivas, demasiado largo en el campo y dejando a Croacia la opción de correr.

Una mala salida de De Gea dejaba el balón muerto a la chilena de Pjaca que acababa con la paciencia de Del Bosque. España se desmoronaba. Era necesario el doble pivote. La entrada Bruno cambió el dibujo a un 4-2-3-1. Hacía falta el balón para recuperar la calma.

Dio rápidos resultados. La posesión pasó a ser española y las acometidas veloces croatas. Kalinic desesperó pidiendo penalti tras un recorte a dos españoles, pero el holandés Kuipers no vio la falta que nueve minutos después sí hizo en área croata. El toque de clase de Iniesta a la espalda de la defensa se encontró con un toque de Aduriz a Vrsaljko que derribó sin querer a Silva.

Silva y Cesc querían asumir la responsabilidad en el lanzamiento que sellase el liderato, pero Ramos tiró de galones de capitanía. Sólo le falta marcar en una fase final en su carrera y comienza a convertirse en obsesión. Su lanzamiento, potente y centrado, lo adivinó el arquero croata adelantado tres metros de la línea de gol.

Ramos falla el penalti. Foto: Reuters.

Cuando parecía que no cedería más opciones, España cometió un error infantil. Fue sorprendido al contraataque a tres minutos del pitido final. Ramos había tenido otro testarazo libre de marca perdonado y Piqué no llegaba al lanzarse en carrera ante la potencia de Perisic. Su disparo, raso, por el palo de De Gea besó la red e hizo estallar la locura en la grada croata de Burdeos.

España había pecado de soberbia. Ya no tendría tiempo para levantarse. Silva dejó un último intento, chutando escorado al muro rival.

Perisic celebra su gol. Foto: Reuters

La derrota inesperada cambia el paso. Tirada por tierra la parte asequible del cuadro, espera Italia y su imponente defensa en Saint Denis en octavos. Alemania y Francia asoman también como castigo al exceso de confianza.

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