A mediados de la década de los 70 Pelé llegó al Cosmos y con ello Estados Unidos comenzó a vivir la magia del fútbol. Bien es cierto que el mejor O´Rei había quedado atrás pero su prestigio y sobre todo los focos de medio mundo todavía apuntaban sobre su cabeza, y eso convertía al Soccer en un nuevo atractivo para los que hasta no hace tanto consideraban ese deporte como poco glamuroso.

El primer partido del brasileño en el equipo de Nueva York llenó las gradas con 22.500 aficionados, una cifra considerable atendiendo a la media de los solo 8.000 que solían acercarse al estadio. Con Pelé, en el país de las barras y estrellas el fútbol atrajo a los más jóvenes y desde entonces pelean por hacerse un hueco en el panorama internacional.

En 2007 su victoria en la Concacaf permitió a Estados Unidos participar en la Copa Confederaciones de 2009 y allí los norteamericanos disfrutaron de alguno de los mejores momentos en la historia de su fútbol. Primero dejaron a la campeona del mundo, Italia, fuera de la fase final del torneo y en semifinales ante España, el equipo dirigido por Bob Bradley arrolló a La Roja con un 2-0 que se celebró como si de un Mundial se tratara. En la final cayeron ante Brasil de manera inmerecida y dejándose remontar en los últimos minutos. Aquello sería un mero aperitivo para lo que en esta cita mundialista están viviendo.

Cuando Estados Unidos vio el grupo que le había deparado el sorteo del Mundial muchos les dieron por muertos. Una de las máximas favoritas (Alemania), la Portugal de Cristiano Ronaldo y Ghana, que en la última Copa del Mundo rozó las semifinales. Los de Jurgen Klinsmann además llegaron a Brasil con la polémica de Landon Donovan enturbiando el ambiente.

El pesimismo o incluso las críticas al alemán acabaron en el mismo instante en el que pisaron el césped en el primer encuentro. Allí, a pesar de mostrar un nivel inferior a Ghana acabaron llevándose la victoria sobre la bocina y con una apuesta personal del técnico, el joven John Brooks. En el segundo partido, ante Portugal, se les escapó la clasificación matemática en el último suspiro y a pesar de la derrota ante Alemania lograron estar en octavos y mañana enfrente estará Bélgica.

Los de Wilmots son una generación que viene asomándose desde hace más de un lustro. En este equipo joven pero con sobrada experiencia en el fútbol de alto nivel aparece Hazard como el gran líder, a pesar de no estar cuajando un Mundial excelso ni mucho menos. Quien sí lo está haciendo es una de las sorpresas del torneo, Divock Origi.

El jugador del Lille ha sido capaz a sus 19 años de suplir a Lukaku, algo gris en los primeros tres partidos. Mertens y De Bruyne son los otros dos jugadores que han ofrecido buenas prestaciones y es que el del Nápoles fue fundamental en el primer encuentro y ante Rusia fue el que más lo intentó. La defensa, a pesar de contar con grandes nombres, es la zona que más dudas ofrece y es que con centrales actuando de laterales, la profundidad al atacar es uno de los puntos que debe mejorar considerablemente el técnico belga.

Ante ese equipo deberán competir los de Klinsmann, quienes han encontrado un magnífico bloque y en el que ha destacado por encima del resto Fabian Johnson. El lateral derecho del Hoffenheim se ha convertido en el mejor del torneo en su posición. Con buena presencia en ataque y una seguridad incontestable en defensa, el estadounidense es una de las mayores preocupaciones para Bélgica.

En el centro del campo el veterano Kyle Beckerman ha ofrecido un nivel excepcional y ha permitido a los Jones, Bradley o Zusi tener mayor libertad y presencia en la zona de tres cuartos. Arriba, Clint Dempsey con dos goles hasta el momento es la referencia de un equipo que tratará mañana de seguir con el sueño americano, aquel que ya no puede ocultar su amor por el Soccer.