Gran parte de la historia del Real Mallorca sería imposible de explicar sin la presencia de este pobler menudo pero listo como pocos que pasa por ser el mejor entrenador mallorquín de la historia y personaje clave en el devenir del club en las últimas tres décadas. En los últimos cuatro años, hasta abandonar definitivamente la entidad, ha sido el propietario y máximo accionista de un Mallorca que le ha ocasionado grandes quebraderos de cabeza. Se buscó, sin saberlo, unas amistades muy peligrosas que le hicieron la vida imposible. Todo ello unido a decisiones erróneas, más de las deseadas, provocó que el equipo perdiera la máxima categoría tras dieciséis temporadas ininterrumpidas. Pero, pese a la intensidad y su amargo paso por el club en calidad de directivo, sería injusto no reconocer su trascendencia en la centenaria historia de la sociedad desde el banquillo, donde consolidó, con altibajos, al club entre los grandes del fútbol español.

Serra Ferrer se responsabilizó del primer equipo del Mallorca en la temporada 85/86, procedente del filial. Sustituyó a Benito Joanet, que no consiguió sacar rendimiento al equipo. Miquel Contestí, por entonces presidente, se la jugó con el novel entrenador que ya despuntaba en el filial. Con el pobler en el banquillo, en el que hizo patente su fuerte carácter, el equipo encadenó dieciséis partidos sin perder. Esta racha le permitió llegar a la última jornada en Las Gaunas con el ascenso a Primera en sus manos. Una victoria devolvía al club a la máxima categoría, y el equipo, con un Magdaleno estelar -21 goles marcó aquella temporada- se impuso al Logroñés por 1-2. El pobler ya era todo un ídolo y a la temporada siguiente, la conocida como la del play-off, consiguió la sexta plaza, la mejor clasificación en la historia del club hasta aquel momento.

Decepciones. En lo que ha sido la tónica en la cien años de historia de entidad, a la temporada siguiente todo se derrumbó como un castillo de naipes. Serra Ferrer fue víctima de los muchos problemas que tuvo con algunos de los pesos pesados de la plantilla y dimitió en la jornada 25. Fue sustituido por el francés Müller, que no consiguió frenar la caída. En la promoción ante el Oviedo se bajó a Segunda, con derrota en el Tartiere (2-1) y empate en el Sitjar (0-0), en uno de esos días que cuesta olvidar por la gran decepción encajada.

Regreso triunfal. La temporada 88-89 la comenzó Ivan Brizc, pero Contestí volvió a recurrir a Serra Ferrer por lo malos resultados. La senda de la victoria llegó con el pobler en el banquillo hasta meterse en la promoción frente al Espanyol, ante el que se logró el regreso a Primera. Décimo en la temporada siguiente, en la 90-91 clasificó al equipo para la final de Copa por primera vez en su historia, perdida en la prórroga ante el Atlético de Madrid, que jugó con el factor campo a favor porque el encuentro se disputó en el Bernabéu. A este hito le siguió otro descenso a la temporada siguiente y su definitiva salida del club en la penúltima jornada de la temporada 92-93, destituido en extrañas circunstancias por Miquel Dalmau. Su trayectoria en los banquillos continuó en el Betis -donde es considerado un ídolo-, Barcelona y AEK de Atenas.

Dirigente. En julio de 2010, al frente de un grupo en el que formaban parte el exconseller de Turismo Jaume Cladera, el abogado Miquel Coca, Biel Cerdà, Pedro Terrasa y Fernando Martos, en representación de la familia Nadal, se hace con la mayoría accionarial del Mallorca, el comienzo de un cuatrienio que supuso una pesadilla para el que fuera laureado técnico. Se peleó con la familia Nadal a raíz de la destitución de Laudrup, hizo lo propio con Cerdà y protagonizó una guerra con Claassen que se solventó con la venta de sus títulos al alemán. Pero, su trayectoria como dirigente, será recordada por el descenso a Segunda en 2013 tras dieciséis años consecutivos en la máxima categoría.