Samuel Etoo es el mejor jugador de la historia de este club”. Estas palabras, pronunciadas por Mateu Alemany meses antes de que el camerunés finiquitara su etapa en el Real Mallorca en verano de 2004, siguen teniendo vigencia casi doce años después. El delantero dejó once millones de euros en las arcas del club después de formalizarse su traspaso al Barcelona. Pero sobre todo dejó una huella imborrable en la memoria colectiva del mallorquinismo. No ha habido en el siglo de existencia de la entidad balear un futbolista que aunara dosis tan grandes de talento, carisma y eficacia.

Etoo se fue haciendo ruido, pero llegó en silencio. En un mercado de invierno de la temporada 1999/00, cuando Fernando Vázquez buscaba alternativas a un ataque dominado por Tristán y Carlitos. El Real Madrid cedió al camerunés al Mallorca con solo 18 años y con el paso de las jornadas disputó la titularidad a los dos delanteros andaluces y terminó aquella segunda vuelta con seis goles. Fue solo el principio.

Etoo permanecería en el Mallorca otras cuatro temporadas. En total marcó 54 goles en Liga, un registro que le convirtió en uno de los delanteros más letales de Primera División y, cada verano, objeto de deseo de clubes grandes de España y Europa, que codiciaban el talento de un futbolista de presente y al que le aguardaba un futuro esplendoroso. Pero el camerunés siempre priorizó seguir creciendo en la entidad balear.

Sus goles condujeron al Mallorca de Luis Aragonés a la tercera plaza de la clasificación en la temporada 2000/01. Jugó la Champions el siguiente curso, anotando sus primeras dianas en la máxima competición continental. Y en la campaña 2002/03 se adjudicó su mayor éxito con la camiseta bermellona: la Copa del Rey. El torneo fue suyo: marcó dos goles en el 4-0 al Real Madrid en cuartos; uno al Dépor en la semifinal y otros dos en el triunfo por 3-0 sobre el Recreativo en la final celebrada en el Martínez Valero de Elche. Etoo se había consagrado -aquella campaña se apuntó catorce goles en la Liga- y los clubes más grandes de Europa ya llamaban a su puerta, pero alargó su estancia en la isla un curso, donde se reencontró con Luis Aragonés.

Todos sabían que su ciclo como rojillo había llegado a su fin al término de la campaña 2003/04. Etoo quería un proyecto ambicioso que le pusiera títulos importantes a tiro. Alemany sabía que el mercado no ofrecería a la entidad balear un delantero de la talla del camerunés, pero quedaba el consuelo de hacer caja con su traspaso. El Madrid y el Mallorca compartían al cincuenta por cien los derechos federativos del camerunés. El club blanco no mostró un excesivo interés por el jugador, que puso rumbo al Barça de Rijkaard por 24 millones de euros, llenando la tesorería rojilla.

Amor y odio con Luis Aragonés

El 3 de diciembre de 2000, en La Romareda, Etoo, de 19 años, era sustituido por Stankovic a los cinco minutos de la segunda parte. Abandonó el campo con cara de pocos amigos, se sentó en el banquillo y, tirando una botella de agua, dijo: “Siempre cambias a los mismos”. La frase iba dirigida al entrenador, Luis Aragonés. El técnico madrileño se levantó y zarandeó al jugador, que se calmó con el paso de los minutos. La imagen dio la vuelta al mundo porque las cámaras de televisión captaron ese tenso momento. Al día siguiente, Aragonés explicó el incidente a la plantilla con el camerunés delante en la ciudad deportiva del Zaragoza: “Pasó por delante de mí y tiró la botella. Conmigo no, ¿se entera? Míreme a la cara, conmigo no puede ser. No he estado a punto de darle un cabezazo de puro milagro”. Después, Etoo afirmó que quería seguir en el equipo. “¿Dónde viviré mejor que en Mallorca? Lo nuestro no es para preocuparse, somos como un padre y un hijo”, dijo el camerunés. En 2003, Luis Aragonés volvió al Mallorca para sustituir al portugués Pacheco: “Etoo me llamó y me dijo cariñosamente ‘Abuelo, véngase para acá’ y eso me hizo tilín”.