La llegada de Luis Aragonés al Mallorca, en sus dos etapas de la mano de Mateu Alemany -a quien nunca se lo agradeceremos lo suficiente- ha sido una de las mejores noticias en la historia del club. Le llamaban sabio, apelativo que él rechazaba, pero realmente lo era. Sabía de fútbol, y de la vida, más que nadie. Por eso se hacía respetar. Por eso sus equipos jugaban tan bien, siempre que tuviera mimbres a sus órdenes. El Mallorca nunca ha jugado a fútbol mejor en sus cien años de vida que con Luis en el banquillo. Aquella temporada 2000-01 fue una gozada para la vista, la dos mejores horas de la semana. Todo un lujo para el club.